martes, 28 de julio de 2009

Gustave Courbet: El entierro de Ornans y El estudio del pintor

El entierro de Ornans (fuente: Entender la pintura, ediciones Orbis)

1849 óleo sobre tela, 313x664 cm, Museo del Louvre, París.
Al escoger como protagonistas de sus composiciones a gentes de pueblo, los campesinos y los burgueses con los que había tratado durante su infancia, Courbet transformó el cuadro histórico tradicional en una representación de la realidad contemporánea, sencilla y auténtica a la vez. Pintó a sus personajes a tamaño natural, dándoles el vigor y el carácter que estaban reservados a las divinidades y a los héroes, originando así una auténtica conmoción histórica. La fuerza de la expresión, la intensidad dramática de este Entierro radican en una ausencia deliberada y retórica, en el rechazo de cualquier "efecto" melodramático, en la extrema sencillez de la composición y en la solidez de los personajes. Esta pintura se convierte en materia viva en la plamación de los cuerpos, de los árboles o de las rocas. Sin embargo, a Courbet le gustaba decir que la reproducción de la realidad no es nada, pues es preciso sobre todo "hacer pensar". Y él lo consiguió a la perfección, puesto que el crítico Champfleury, al ver el cuadro, dijo que "En él está representada la burguesía moderna, con sus lados ridículos, sus bajezas y sus bellezas".



El cuadro fue realizado en el granero heredado de su padre; pintó a cincuenta de sus conciudadanos, entre los que se reconoce a su abuelo materno, el cura del pueblo rodeado del clero local, algunos amigos, sus tres hermanas y su madre, que lleva a una niña de la mano. La tradición del retrato de grupo, cuyos máximos representantes fueron Rembrandt, Hals, Rubens, se renueva aquí de una manera original, al trazar el retrato colectivo de los campesinos reunidos con motivo de una ceremonia que los sitúa cara a cara con la muerte; de este modo, el cuadro añade a su análisis sociológico y etnológico una dimensión metafísica.













Gustave Courbet, Autorretrato



El estudio del pintor


1855, óleo sobre tela, 359 x 598 cm, Museo de Orsay, París.

Este cuadro es un auténtico manifiesto, como se puede leer en su título: El Taller del artista, alegoría real que muestra siete años de mi vida artística. Estos siete años marcaron su alejamiento del romanticismo y el nacimiento del realismo, simbolizados por la figura de la modelo desnuda, que representa la identidad entre la Pintura y la Verdad. La Pintura (la modelo en el estudio) desempeña el papel principal en el cuadro. Courbet de perfil pinta un paisaje del Franco Condado y a su lado la modelo desnuda; frente a él, un pastor contempla la mano que está reproduciendo el paisaje que él tan bien conoce. A la derecha de la tela, el pintor ha reunido a los escritores, los críticos y los artistas que participan en la "acción común" por el realismo: Champfleury, sentado en un taburete (la Prosa), Proudhon al fondo (la Filosofía social), Promayet (la Música), Max Bouchon (la Poesía realista) y Bruyas (el Mecenas de la pintura realista). Cerca del vano de la ventana, dos enamorados se abrazan (el Amor libre). En primer término, a la derecha, una dama de buena sociedad y su marido visitan el taller (los Aficionados mundanos). Volviendo al conjunto del cuadro, vemos en el extremo derecho a Baudelaire leyendo (la Poesía) y a la izquierda un grupo de personajes que representan diferentes categorías sociales: un cazador (la Caza), un cráneo encima de un periódico (la Prensa), una irlandesa (la Miseria), un rabino (la Feligión judía), un judío (el Comercio), el abuelo Audot (el Trabajo), un payaso (el Teatro), un obrero ocioso (el Paro), un sepulturero (la Muerte) y una prostituta (el Libertinaje).



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