En forma paralela a los romáticos, un grupo de pintores franceses buscaba una representación de la naturaleza que no se componía ni de los ideales académicos clasicistas ni de un frenético sentimiento romántico, sino de una base que surgía de la inminente observación de la naturaleza. Camille Corot era uno de estos "naturalistas". Junto a Théodore Rousseau y Charles-Francois Daubigny, Corot se trasladó a mediados de los 40 a Barbizon, un pequeño pueblo del bosque de Fontainebleau, en las cercanías de París. Allí los naturalistas pintaron sus cuadros en medio de la naturaleza, es decir, al aire libre, para mantenerse lo más fieles posible al aspecto de la misma. Nació de este modo la pintura al aire libre, que unas décadas más tarde se convertiría en esencial para los impresionistas. Sin embargo, esta nueva forma de proceder fue posible gracias a la invención de unos pequeños tubos de metal que permitieron a los artistas llevarse los colores, ya preparados, y en pequeñas cantidades, a todos lados. Sin estos pequeños tubos, que Corot llamaba cariñosamente "el estudio portátil", no hubiera sido posible una pintura al aire libre tan consecuente como la realizada por la escuela de Barbizon y, posteriormente, la de los impresionistas.
Como más tarde en los impresionistas, en los paisajes de la Escuela de Barbizon la luz y el ambiente creado por la luminosidad desempeñaron un papel central. Los pintores intentaron plasmar sobre el lienzo el efecto de descomposición de la luz. Mediante una observación minuciosa, como la que ya propagó Delacroix, los pintores llegaron a unas formas de expresión altamente sensibles. El aire se convierte en los cuadros en un suave velo y la luz en una sustancia atmosférica que llena todo el espacio pictórico.
Al grupo de Barbizon se unió rápidamente otro pintor, Jean-Francois Millet. Con él empieza una época nueva de la pintura francesa. Al naturalismo, el interés por representar la naturaleza, se le añade otro tipo de pintura que intenta "abrirnos los ojos" mediante la pura representación de la naturaleza: el realismo.
Corot "Camino a la granja" 1855
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