miércoles, 13 de febrero de 2013

La obra de David Gerstein: una explosión de colores


David Gerstein es un artista israelí nacido en 1944 y creador de una obra muy original que transita entre la pintura, la escultura y el diseño.  En los últimos años ha desarrollado un trabajo, con recortes de acero combinados en múltiples capas pintadas de vivos colores, que podría definirse como “esculturas de pared” (“wall sculptures” en inglés).  Con este formato de obra  es que conocí a este artista, en una exposición realizada entre octubre y noviembre de 2010 en el Museo Nacional de Brasilia. Pero además de estas esculturas de pared, Gerstein es un creador de obras de gran formato para ubicar en espacios urbanos, así como de obras de tamaños muy pequeños.


Oriundo de Jerusalén, entre los años 60 y 70 estudió en Escuelas de Arte de Jerusalén, París, Londres y Nueva York. Participó, desde principios  de los 70 hasta la actualidad, en exposiciones colectivas e individuales en una gran cantidad de museos y galerías de diferentes partes del mundo.  Sus pinturas de los años 70 y 80 se ubicaron a contracorriente del minimalismo imperante, caracterizándose por una expresividad cuasi “literaria”.  En su camino hacia la escultura ha conservado de su primera etapa, una mirada cálida, y divertida del mundo circundante. Del lienzo y la madera y la pintura acrílica, pasó al metal (acero y aluminio) y a la pintura industrial, lo que le permitió el uso de colores brillantes y sensuales que celebran la vida y la plenitud. Sus obras nos presentan un universo de imágenes mundanas, planas y coloridas, que reivindican los placeres simples de las actividades cotidianas, con un fuerte efecto lúdico. Hay en sus creaciones un encuentro del Pop Art (que él estudia en Nueva York), pero sin el sentido crítico que lo caracteriza, y el arte popular. Toma de ambos la práctica de las copias repetidas de un mismo objeto, propio de la sociedad de consumo a la que alude el arte pop, así como del carácter artesanal del arte popular. 


Utiliza las imágenes y los signos de la sociedad posmoderna, que recuerdan a los carteles comerciales y trabaja con ellos presentándolos en planchas de acero con contornos estrictamente recortados por rayos láser, logrando así una “tridimensionalidad aplanada”, presentando al objeto escultórico como una pintura. A Gerstein le interesa, en lo técnico, explorar la fina línea entre pintura y escultura, y en lo estético, presentar el objeto seleccionado de una manera poética. Toma las láminas de acero y replica el objeto en tres capas pintadas de colores brillantes. Esta estructura geométrica, a la que se suma la sombra que se forma en la pared, es el vehículo por el que Gerstein busca el efecto poético. Entre la escultura, la pintura y el diseño, entre la bidimensionalidad y la tridimensionalidad, entre los objetos de arte y los juguetes, entre los juegos de luz de los huecos y la sombra que se proyecta en la pared, es que transita el quehacer de Gerstein. Él define su obra como pinturas que se han expandido en el espacio. Los recortes de metal están diseñados para romper los límites de la pintura y generar en la superficie la ilusión de profundidad pero a partir de dividir el espacio en trozos que se superponen unos sobre otros.


El color es central en la obra de Gerstein y busca con él agradar al espectador. Pero no está desprovisto de significado.  Utiliza la belleza como una forma de atraer al público hacia un objeto que luego le pueda revelar algo sobre sí mismo. Hay una crítica velada sobre algunas prácticas sociales (la velocidad a la que obliga la vida moderna, impidiendo que el individuo se despegue de la masa anónima y disfrute de su entorno, por ejemplo) pero tamizadas por una fina ironía o comicidad y por un alto grado de decorativismo, a los efectos de captar al espectador. 


David Gerstein, en palabras que acompañan la exposición “Estilo de vida” realizada en el año 2010 en Brasilia, señala que si bien su obra de los últimos años incluye obras vinculadas al estilo pop art, también se ocupa de cuestiones más personales vinculadas a sus recuerdos y experiencias particulares y proporciona una perspectiva sobre la sociedad en general: problemas urbanos, los mundos del deporte, además de una fascinación por la naturaleza y la ecología. De hecho, sus obras con bicicletas, ciclistas, peatones y tráfico vehicular, si bien aluden al movimiento, siempre presente en su obra, según Gerstein están cargadas de un comentario velado de corte filosófico, relativo al movimiento incesante que no tiene ningún objetivo claro, “así es nuestro ciclo de vida, una carrera sin fin que también se transmite de generación en generación”.

 

Los objetos que pueblan las composiciones de Gerstein surgen de la vida cotidiana, son símbolos de la cultura de consumo típica de las grandes ciudades. El artista toma esos objetos que conviven con los hombres y los reconstruye a través de la forma, la línea, el material y el color, y les otorga una vida propia.