Este proceso, que en la historiografía se lo designa como “la modernidad latinoamericana” tuvo diversas vertientes, como diversa es la realidad del continente. No van a ser iguales las búsquedas artísticas en aquellos países de fuerte presencia indígena, que en aquellos países, como el nuestro, más abiertos a la influencia europea, o aquellos donde era muy fuerte el aporte cultural proveniente de las poblaciones de origen africano.
En aquellos países con clara influencia indígena, en tanto fueron los escenarios de las altas culturas precolombinas (México, Ecuador, Guatemala, Perú, Bolivia), buena para de las propuestas del arte se inscriben en el denominado “indigenismo”, entendiéndose éste como un arte que busca y reivindica las raíces indígenas y las integra en la obra. Las manifestaciones más características del indigenismo estuvieron en la literatura, con nombres como el del peruano Mariátegui o del guatemalteco Asturias. Muchas veces la literatura señalaba el camino, el que era seguido por pintura y escultura. A nivel de las artes plásticas, el movimiento conocido como el “muralismo mexicano”, liderado por Rivera, Siqueiros y Orozco, es tal vez el más importante, o al menos el más conocido, en este contexto.
En países como Argentina o Uruguay, que no fueron asiento de importantes culturas aborígenes, el modernismo va a buscar sus raíces en la sociedad colonial y en el tipo humano característico de nuestras pampas: el gaucho. Pensemos por ejemplo en la obra del uruguayo Pedro Figari y su propuesta “nativista”. Aunque también en el Río de la Plata se miró lo precolombino, buscando allí recursos expresivos.
Para el caso de Cuba, un ejemplo lo encontramos en la obra de Wilfredo Lam, que encaminó su búsqueda hacia un estilo que encarnara la herencia afrocubana de su país.
Los artistas latinoamericanos, provenientes no sólo de regiones diversas, sino también de formaciones y experiencias estéticas muy disímiles, debatieron sobre las características de ese “arte nacional”. Muchos enfatizaron que el arte debía dar cuenta de los entornos sociales y políticos, otros enfatizaron lo estético. Pero en lo que sí coincidían era en la necesidad de creación de una obra original que se nutriera de las innovaciones introducidas por las vanguardias, pero que diera cuenta de la herencia tradicional, de las formas ancestrales. La mayoría de estos artistas se habían formado en Europa y en el marco de las vanguardias, absorbiendo las nuevas técnicas y el espíritu de cambio. Muchos tomaron conciencia de esta necesidad de rescate de la tradición, precisamente en Europa. “Si yo traje alguna cosa de mis viajes a Europa entre las dos guerras fue el mismo Brasil”, declaró Oswald de Andrade.
Las vanguardias europeas que más influencia tuvieron en la postura innovadora de los latinoamericanos, fueron el cubismo, el fauvismo y el surrealismo. Más específicamente en el caso de Torres García, se suma también el neoplasticismo, y en el caso de Pettoruti, el futurismo.
Los inicios del modernismo en Latinoamérica los situamos en la década de 1920. Un hito en esta dirección fue la denominada “Semana de arte moderno” realizada en 1922 en San Pablo. Destacan aquí los nombres de los artistas plásticos Anita Malfatti, Cavalcanti, Rego Monteiro. A estos vinieron a sumarse luego, Tarsila do Amaral y Cándido Portinari. Interactuando con ellos, los poetas y/o escritores Oswald de Andrade y Mario de Andrade.
Otro acontecimiento de similares características, fue la fundación de la revista “Martín Fierro” en Buenos Aires, en 1924. Destacan aquí los nombres de Emilio Pettoruti y Xul-Solar.
La década de 1930 va a ser clave con la irrupción del “Universalismo Constructivo”, de la mano del uruguayo Joaquín Torres García. Éste se nutre del lenguaje vanguardista pero en esa búsqueda de la identidad, invierte el mapa de Latinoamérica poniendo entonces el énfasis en el “americanismo”, reivindicando una identidad regional y continental.
Hemos hecho referencia a algunos movimientos y a algunos nombres, hay muchos más.
Sobre algunos de los nombres más importantes, vamos a ir profundizando en siguientes entradas.
- Edward Lucie-Smith (2000), Arte latinoamericano del siglo XX. Ediciones Destino. Barcelona.
- Irma Arestizabal, Cubismos y arte moderno en América Latina. Años 20.
en www.fundacion.telefonica.com/arteytecnologia/.../arestizabal.pdf
- Antonio Salcedo (2002), Irrupción y continuidad de las vanguardias latinoamericanas.
Artigrama N° 17, Revista del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, en http://www.unizar.es/artigrama/pdf/17/2monografico/03.pdf
- Edward J. Sullivan (1996), Arte latinoamericano del siglo XX. Editorial Nerea. Madrid.