Prof.
Mónica Salandrú
En las tres
primeras décadas del siglo XX, que coinciden con el período histórico correspondiente
al “primer batllismo”, se consolida en Uruguay un imaginario social que actuó
como base en la configuración de una identidad nacional. Desde el Estado se
buscó afianzar procesos de integración de la población a través de un discurso
optimista, con gran confianza en el futuro, que hablaba de Uruguay como un
“país modelo”, caracterizado por el cosmopolitismo y la fusión de razas.
En la
configuración de este imaginario social, el uso del espacio público y de la
imaginería urbana fueron elementos claves para tal fin. Las élites dirigentes
buscaron hacer de Montevideo una ciudad moderna y para ello tomaron al París de
Haussmann como modelo. A esto se sumaría la importancia que se concedió a las
ideas higienistas, y ambos aspectos permearon todas las realizaciones urbanas
del período: en particular la generación de amplias avenidas y espacios verdes.
Operó así una búsqueda de valores fundados en lo estético, pero también en la
salud, ya que el miedo a la tuberculosis estaba instalado con mucha fuerza
desde finales del siglo XIX. Se sucedieron así una serie de obras en espacios
públicos para concretar áreas verdes y de esparcimiento: parques y ramblas persiguieron,
además del ornato y la generación de “pulmones verdes”, un afán integrador, y
por tanto democratizador, de la sociedad uruguaya. El parque pasó a constituir
el “jardín de los pobres”: trabajadores urbanos, constituidos mayoritariamente
por inmigrantes, hacinados en viviendas ya sea colectivas o unipersonales
modestas, pasaron a disfrutar en su tiempo libre de espacios arbolados, con
fuentes, estatuas y senderos que sólo estaban presentes hasta entonces en los
exclusivos jardines de las casas del patriciado montevideano. Al generar estos
espacios, el batllismo los concibió también como instrumentos de nivelación
social y de mejora de la calidad de vida de los trabajadores, es decir que
respondieron a políticas educativas (el parque como lugar de educación, de ahí
la importancia de la estatuaria) y de control social (del ocio de la clase
trabajadora) al incentivar a través de ellos el deporte y el contacto con la
naturaleza. Para los trabajadores fueron lugares de paseo y socialización y
para la burguesía lugares de exhibición de su poder económico y de
socialización con sus iguales.
LA CREACIÓN
DEL PARQUE
Transcribo a
continuación unos párrafos extraídos del libro de Alicia Torres Corral “La
mirada horizontal, el paisaje costero de Montevideo”, que sintetiza precisamente
desde qué discursos se crea el Parque Rodó:
“Las autoridades de la época trasladaron a los parques la responsabilidad de
oficiar como pulmones de la ciudad. Pero además los consideraron un instrumento
eficaz para civilizar a las clases populares. Se creía que el contacto con
gentes de modales refinados, y con una naturaleza artificial construida por el
hombre según normas estéticas consagradas, convertiría a los montevideanos en
ciudadanos modernos. El énfasis moralizante y filantrópico de los discursos
obedecía a que Montevideo no contaba aún con un parque público capaz de cumplir
ese cometido pedagógico. En 1873 se había inaugurado El Prado, un parque
público que al igual que los primeros parques públicos europeos, tuvo su origen
en un jardín privado. Pero, al estar situado fuera de los límites de la ciudad
en una zona de casas-quintas, resultaba de difícil acceso para las clases
populares y sólo era utilizado por la burguesía. Por lo tanto, en 1896 el
gobierno decretó la creación del Parque Urbano, actual Parque José Enrique
Rodó. Además de haber sido el primer parque público construido dentro de los
límites de la ciudad -de ahí el origen de su nombre-, el Parque Urbano fue el
primer espacio verde público construido junto al mar. La plantación de sus
primeros árboles alcanzó un nivel significativo sin precedentes al ser adoptada
como actividad de cierre de la primera celebración del día del árbol realizada
en nuestro país el 18 de setiembre de 1900. La “fiesta de los árboles”
consistió en un desfile por la Avenida 18 de Julio que partió desde la Plaza
Independencia -espacio institucional de la ciudad-, hasta llegar al Parque
Urbano donde novecientos escolares plantaron cuatrocientos árboles. El acto
alcanzó ribetes de conmemoración patriótica al encomendársele al “Poeta de la
Patria” Juan Zorrilla de San Martín la creación del “Himno al árbol”. Además de
los escolares y las maestras, varias delegaciones de colectividades extranjeras
participaron en el desfile. Niños y numerosos inmigrantes a los que el Estado
debía convertir en ciudadanos. A ellos dirigió su discurso el Ministro de Fomento
en representación del gobierno. La naturaleza perfeccionada del parque público
habría de cumplir un rol similar al de la escuela pública vareliana: conformar
un ámbito de cultura, de integración y de igualación social.” (Torres Corral, Alicia. La mirada horizontal, el
paisaje costero de Montevideo, Facultad de Arquitectura/Universidad de la
República, Ediciones de la Banda Oriental. Montevideo, 2007, pp.90-91)
El Parque Rodó
adquiere esta denominación a partir de 1917, como homenaje al insigne pensador
y hombre de letras uruguayo José Enrique Rodó, fallecido en Italia el 1° de
mayo de ese año. El nombre con el que fue inaugurado en 1901 fue el de Parque
Urbano. En relación al Prado (primer parque público, privado a partir de 1873,
y formando parte de la administración municipal a partir de 1889) ofrece dos
claras ventajas: el paisaje costero y la cercanía con la ciudad. En sus
orígenes complementó las instalaciones del Balneario Ramírez que funcionaba
desde 1871. Se instala en terrenos pertenecientes al Banco Nacional y que al
momento de su quiebra (1896) habían pasado a manos del Estado. Éste las
transfiere a la órbita municipal en 1898 junto al establecimiento de fondos
especiales para la conformación del Parque Urbano. Luego se fueron agregando
otros predios a partir de varias expropiaciones realizadas hacia 1912. En la
actualidad el parque ocupa un poco más de 42 hectáreas.
Entre 1900 y
1902 se realizan trabajos preliminares, como la plantación de árboles a la que
hace referencia el texto de Corral transcripto más arriba. Esa actividad estuvo
dirigida por el paisajista Charles Racine, quien procedió a realizar una
selección de árboles y plantas entre los que se destaca la abundancia de flora
nativa. Entre 1903 y 1904 se procede a la construcción del lago artificial (con
una superficie superior a los 17.000 m2) con isletas, así como a la del
denominado Castillo del Lago. El proyecto de estos trabajos correspondió al
Ingeniero José María Montero Paullier, funcionario de la División Arquitectura
de la Intendencia. El diseño, articulado alrededor del lago, respondió al
paisajismo pintoresquista inglés (que había influido a su vez en el París de
Haussmann) en el que la naturaleza se nos presenta domesticada a través de
bosquecitos, roquedales, avenidas de palmeras, etc. En los años siguientes se
agregaron otras construcciones como el templete, el pabellón de la música, el
patio andaluz, paradores. En 1912 se contrató al paisajista francés Charle Thays
quien presentó un proyecto de ampliación del parque hacia la zona de Punta
Carretas que fue concretado muy parcialmente.
MONUMENTOS
NOTABLES
El parque
alberga el monumento a Florencio Sánchez. Realizado por el escultor
uruguayo Luis Cantú (1883-1943) fue emplazado en las cercanías a la confluencia
de Av. Sarmiento y Julio Herrera y Reissig en 1937. Cantú, artista nacido en
San José y formado en Italia, realizó un busto en bronce de Sánchez sobre un
pedestal de piedra con estanque. Placas de granito repasan los títulos de sus
principales obras. Originalmente Cantú había planificado acompañar el busto del
escritor con un cóndor que revelara su sentido americanista y oficiara de
metáfora de las alturas a las que elevó al teatro rioplatense. Pero se decidió emplazar
el cóndor en forma independiente, por lo que hoy lo encontramos en una isleta
del lago artificial del Parque Instrucciones del año XIII ubicado entre las
canteras del Parque Rodó y el Club de Golf.
Otros
monumentos que podemos encontrar en el parque son los correspondientes a Guillermo
Tell (ejecutado por José Belloni en bronce y granito fue donado por la
colectividad suiza con motivo del centenario uruguayo y emplazado en 1931); al Dr.
Emilio Roux (ejecutado por el escultor uruguayo Ramón Bauzá en bronce y
mármol e inaugurado en 1930, evoca al científico francés, colaborador de
Pasteur, cuyos trabajos contribuyeron al logro de la vacuna contra la
difteria); a Albert Einstein (realizado por el escultor uruguayo Amadeo
Rossi Magliano en bronce y granito, fue donado por la colectividad israelita y
emplazado en 1935); a Samuel Blixen (del escultor Juan Carlos Oliva
Navarro, nacido en Uruguay pero naturalizado argentino, en bronce y granito,
fue un homenaje de colegas, alumnos, y amigos al destacado periodista y crítico
teatral, correspondiendo su emplazamiento al año 1911).
Pero sin duda
que el monumento más destacado es el realizado por José Belloni a José
Enrique Rodó en granito gris y bronce, inaugurado en 1947. En él Belloni
introduce un busto de Rodó en bronce, ubicado en un pedestal sostenido en un
pilar del que emerge, por encima del busto, una figura masculina que representa
a Ariel, símbolo del idealismo y la espiritualidad. Sobre un basamento de 9
metros de largo por 1 metro de alto, el pilar central, referido, delimita dos
grupos escultóricos en bronce que representan las parábolas La despedida de
Gorgias (a la izquierda) y Los seis peregrinos (a la derecha), y en
la parte de atrás del pilar tres bajorrelieves representan tres escenas de la
parábola Mirando jugar a un niño (todas ellas contenidas en la obra de
Rodó “Motivos de Proteo”). Para un análisis detallado desde lo formal y lo
simbólico de esta obra mayor de José Belloni, recomiendo la lectura del
excelente trabajo de la Profesora Cecilia Arias “La imagen y las ideas de José
Enrique Rodó en el espacio público montevideano. Análisis del monumento
localizado en el Parque Rodó de Montevideo”, publicado en línea y cuyo enlace
dejo al final de la presente entrada.
ESTATUARIA Y
FUENTES
El
establecimiento de estatuas en parques, plazas, canteros de avenidas, y otros
espacios públicos, constituyó una constante en la primera mitad del siglo XX.
Además de su valor ornamental (embellecer la ciudad, como vimos, fue muy
importante para las élites y para los gobiernos de la época), había una
convicción en relación a su valor educacional. Con los monumentos se buscaba no
sólo homenajear a los personajes a los que estaban dedicados, sino fijar en la
memoria de la sociedad sus aportes. Pero abundaron también una enorme cantidad
de esculturas de personajes y/o temáticas mitológicas o históricas, que se
adquirían por catálogo en centros europeos como París o Londres, y que estaban
destinadas a la educación de la población, buscando familiarizar a ésta con los
hitos de la cultura occidental. Como ejemplos de personajes mitológicos
encontramos en el parque dos esculturas de hierro fundido, compradas ambas por
catálogo a casas europeas. Una de Neptuno, emplazada en 1916 en el lago,
en la que el dios, en actitud de reposo, se encuentra apoyado en un cántaro que
vierte líquido mientras que a sus pies un amorcillo parece jugar alegremente. La
otra corresponde a la diosa Venus, también con un amorcillo que juega a
sus pies, fue ubicada hacia 1940 en un estanque de la plazoleta Florencio
Sánchez, sobre la calle 21 de Setiembre. Una tercer escultura de temática
mitológica, pero esta vez de mármol, corresponde a Narciso y fue
realizada por el escultor uruguayo Federico Moller de Berg en 1934 a partir de
un encargo de la comuna.
Otra tipología
característica en el ornato de los parques públicos de esta etapa la
constituyeron las fuentes. Y también con el formato de compra por catálogo
encontramos El manantial o La source, realizada en 1862 por el escultor
francés Louis Sauvageau (1822-1874) y adquirida a la fundición francesa Val d’Osne.
Una joven con túnica drapeada, el pelo trenzado con hojas y un collar con motivos
marinos, vierte el agua de un cántaro en un elegante giro corporal. En la base
de la fuente hay figuras de Cupidos montados en delfines, que aparecen
custodiando el escudo nacional (evidente agregado local). Todo el conjunto de
bronce se colocaba en el centro de un estanque con piso de mosaico con motivos
marinos y un borde en cemento con macetones clasicistas, como puede apreciarse
en una fotografía de 1919. En la actualidad, y luego de sucesivas
restauraciones, la fuente no luce esta estructura que fue sustituida por un
discreto borde de ladrillos sobre muro de piedra, y no existiendo ya el piso de
mosaico del estanque. (Confrontar Tomeo, Daniela, ¿Quiénes viven en los
parques? Dioses, músicos, escritores y otras alegorías. En Almanaque del
Banco de Seguros del Estado, Montevideo, 2012, pp. 130-138)
Una
segunda fuente que queremos destacar es la
Fuente de los Atletas, del
escultor uruguayo José Luis Zorrilla de San Martín. La obra, cuyo boceto en
yeso es de 1923
(y se conserva en la actualidad en el Museo Nacional de Artes visuales de Montevideo), fue
presentada en el Salón de Otoño de París en 1925 obteniendo Medalla de Plata. En
1930 la Intendencia de Montevideo la adquiere para emplazarla en el Parque
Rodó, procediéndose entonces a su fundido en bronce. El conjunto escultórico
presenta tres hombres jóvenes (atletas) de pie, entrelazados, sosteniendo una pesada
copa de bordes ondulados desde la cual cae el agua. El grupo transmite fuerza y
armonía. Tanto el pedestal como el estanque, en un contemporáneo “art decó”
fueron diseñados por Zorrilla y se ejecutaron en granito rosado.
CONSTRUCCIONES
EMBLEMÁTICAS
El parque fue
agregando con el correr de los años una serie de construcciones que están hoy
absolutamente integradas a este paseo que, a su vez, es uno de los más
populares para los montevideanos.
Mencionemos en
primer término el Pabellón de la Música, donado por la colectividad
alemana en 1930, y que homenajea a Beethoven, Mozart, Brahms y Wagner.
Inaugurado en 1931, está realizado en mármol y presenta, sobre cuatro pilares
faceteados, una cubierta piramidal, todo en un sobrio art decó.
Otro de los
rincones característicos de este parque también respondió a la donación de una
colectividad de emigrantes, en este caso andaluces. Se trata del Patio Andaluz
(o “Glorieta Ariel”), inaugurado en 1939 y que está hecho con azulejos pintados
a mano procedentes de la fábrica de cerámicas Mensaque Rodríguez & Cía.,
una de las más antiguas de Sevilla. Participó en el diseño el arquitecto Miguel
Ángel Canale por la División de Arquitectura de la Intendencia Municipal de
Montevideo, arquitecto que también colaboró en el proyecto del Bar Morisco en
la rambla del Buceo (hoy Museo Zoológico Dámaso A. Larrañaga).
-----------------------------------
Dejo a
continuación algunos enlaces a sitios con materiales interesantes con los que
ampliar información:
En este sitio
encontrarán información (tomada de la Guía urbanística de Montevideo) sobre el
Parque Rodó:
https://nomada.uy/guide/view/attractions/4558
Palabras del
Arq. William Rey Ashfield sobre el valor de los parques y los monumentos en el
patrimonio nacional:
https://www.youtube.com/watch?v=8w-R0L25T7s
Valioso
trabajo de la Prof. Cecilia Arias sobre el monumento a Rodó:
https://revistas.um.edu.uy/index.php/revistahumanidades/article/view/946/1156
En el
siguiente link encontrarán una serie de comentarios sobre importantes
esculturas y monumentos de Montevideo donde aparece información sobre la Fuente
de los Atletas:
https://revistadossier.com.uy/wp-content/uploads/stories/dossier11/dossier_11_acervo.pdf
A
continuación, una referencia a la Fuente Le Source:
https://darioabilleira.com/2012/11/26/fuente-le-source-en-el-parque-rodo-montevideo-uruguay/
El siguiente
trabajo es del año 1948 pero en él se encuentra información sumaria sobre
varias de las esculturas y monumentos del Parque Rodó:
https://anaforas.fic.edu.uy/jspui/bitstream/123456789/5747/1/Estatuaria.pdf