La preocupación por distinguir entre obra arquitectónica o simple construcción, es un planteamiento moderno, que no estuvo presente en el pasado.
En el Antiguo Egipto al arquitecto se le designaba por una perífrasis: constructor de las obras reales, quedando bien claro lo que se entendía por arquitectura: la monumental de carácter sagrado o palaciego. El mismo sentido podemos ver en la época griega a través de los pocos escritos que nos quedan, figurando los arquitectos y sus obras -grandes empresas de carácter religioso o civil- entre los artistas, considerados a la par que escultores y pintores.
Partenón. S. V a.C.
Vitrubio, en sus “Diez libros de arquitectura”, entiende por arquitectura un arte y ciencia teórico-práctico de carácter enciclopédico, humanista y técnico, cuya ocupación es la construcción de obras religiosas, públicas, militares y casas privadas. Es significativo que lo primero que cita Vitrubio es un templo dedicado a Minerva, así como la dedicación de dos libros a la arquitectura religiosa, uno a la civil, otro a la casa nobiliaria y unas pocas referencias a la arquitectura militar. En este tratadista encontramos, en definición y contenido, lo que ha sido la arquitectura práctica hasta nuestros días: un arte dedicado a la construcción de edificios religiosos, civiles públicos y palacios.
En la Edad Media el arte de la arquitectura se restringe a las obras puramente religiosas. Los edificios civiles públicos pierden por completo la preocupación artística, así como los militares. Recién a finales del Gótico, y sobre todo en el Renacimiento, asistimos a la equiparación entre iglesia, palacio y construcción civil pública como obras de arte.
“De re aedificatoria” (Florencia, 1485), de León Battista Alberti, es el primer tratado arquitectónico del Renacimiento y en lo esencial continúa la propuesta arquitectónica de Vitrubio.
Palacio Rucellai. S. XV
Este sentir la arquitectura como un arte elitista de la construcción monumental religiosa, palaciega y pública-civil va a perdurar y continuar casi hasta nuestros días.
La urbanística como arte, formando parte de la teoría de la arquitectura, había sido insinuada teóricamente por Vitrubio y por los renacentistas. Pero su ejecución artística deliberada es fruto del Barroco, siendo especialmente cultivada a finales del siglo XVI y en el siglo XVII en la ordenación urbana de Roma, y a finales del siglo XVIII y principios del XIX con las remodelaciones de Londres y París.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, y sobre todo con el movimiento modernista, la casa de la clase media acomodada se constituye en objeto de consideración artística; también con la arquitectura del hierro comienzan las construcciones de tipo industrial a ser valoradas artísticamente desde la perspectiva de la utilidad, ciencia y diseño.Villa Saboya. S. XX
Hoy día todavía sigue en vigor el concepto monumental de la arquitectura, si bien el monumentalismo ha cambiado de signo, y de lo religioso o civil ha pasado al monumentalismo de símbolo económico. Pero muchas voces piden ya una arquitectura social, esto es, una arquitectura para el hombre en general y no para las elites, creadora de un espacio que resulte del equilibrio entre la utilidad y la preocupación por la belleza.