sábado, 23 de mayo de 2009

La arquitectura barroca europea

LUJO, SORPRESA Y DECORACIÓN ABUNDANTE


Cuando se recorre el continente europeo, raro es el país en el que el urbanismo y la arquitectura barrocos no han dejado una fuerte impronta en la imagen que presentan las principales ciudades. En muchas de las grandes capitales, los palacios y las iglesias, pero también numerosas plazas, grandes calles y avenidas, así como espectaculares fuentes o jardines son exponentes de los gustos estéticos imperantes en el siglo XVII.
La arquitectura barroca busca, como todo este arte, sorprender al espectador, concibiendo el edificio como un conjunto en el que las líneas curvas introduzcan constantes elementos de sorpresa. De ahí las plantas ovaladas, alabeadas o elípticas, las fachadas que se ondulan como si fuesen grandes cortinajes hechos de piedra, el empleo de frontones curvos y además partidos, o la decoración mediante volutas y alerones. Como elementos sustentantes se recurre a los órdenes clásicos y al gigante. Y además, con funciones más bien decorativas, se inventa la columna salomónica, que resume a la perfección el espíritu ascensional de esta arquitectura.
Pero una vez levantada, por así decirlo, la estructura del edificio, debe procederse a su decoración. Las yeserías, los mármoles de colores, las maderas doradas, los cuadros y los frescos, las estatuas y los relieves, incluso los espejos... todo sirve para conseguir un conjunto arquitectónico que no deje indiferente al espectador.
Finalmente en numerosas ocasiones el edificio no se concibe aislado, sino formando parte de una determinada escenografía. Esta es la razón que explica, por ejemplo, el desarrollo del paisajismo y la jardinería en la época barroca, visible sobre todo en esos palacios que aparecen integrados en un parque, en unos jardines, que sirvan al descanso y el ocio de quienes entonces poseían unos niveles de vida por completo diferentes a los de la mayor parte de la población, esas clase privilegiadas que un siglo después de la época barroca comenzarían a ver en peligro esa situación tan exclusiva.

Columnata de la Basílica de San Pedro en el Vaticano, Bernini




LA ROMA BARROCA: BERNINI Y BORROMINI

El genio de Bernini: la Basilica de San Pedro, Vaticano, Roma


Miguel Ángel había pensado dar a la Iglesia una bóveda simétrica cruciforme. La simetría perfecta de esta forma sólo variarla por la adición a un lado de un enorme pórtico de frontón, como el del Panteón. Pero el proyecto varió sustancialmente: Carlos Maderna modifico la planta (1607) adoptando la cruz latina, con capillas laterales, sustituyó el pórtico proyectado por una fachada amplia y nueva, con grandes columnas rematadas en un frontón sobre la puerta y ático con balaustrada y estatuas. Frente a ella se extendía un espacio abierto de límites irregulares, con un antiguo obelisco erigido casi en el centro. Aquí es donde actúa el gran artista del XVII: Juan Lorenzo Bernini (1598-1680), transformó este espacio en el más grandioso acceso imaginable. Alrededor del obelisco, desde 1656 construyó dos grandes columnatas cubiertas; cada una de ellas consta de cuatro filas de columnas gigantes, pegadas a la fachada principal después de un trozo recto se abren para formar una gran elipse, la plaza que se forma es de grandes dimensiones, concebida como una gran atrio destinado a la celebración de ceremonias masivas, dotándola de una gran teatralidad y la escenografía, desde la plaza se contempla la fachada realzada por la elevación de la pendiente de esa zona, la visión de la fachada se refuerza con la visión simultanea de la cúpula.
Previamente Bernini, había construido el Baldaquino de San Pedro (1624), sobre la tumba del apóstol, cuatro columnas salomónicas con capitel de orden compuesto sostienen un entablamento ondulado, coronado por un dosel, decorado con figuras de ángeles y niños, sobre el que se alzan cuatro volutas que convergen en el globo terráqueo que sostiene una cruz, el conjunto realizado en bronce, encargo del Papa Urbano VIII, de 29 metros de altura.
También realizó la Iglesia de San Andrés del Quirinal (1658) de planta elíptica, con el eje mayor paralelo a la puerta, en la fachada un pórtico con un entablamento curvo y volutas que sostienen el escudo de la familia papal.
Iglesia San Andrés del Quirinal, Bernini



Además proyectó la fachada principal del Palacio Barberini, la iglesia de Castelgandolfo, la escalera Regia del Vaticano, el palacio Odeslcalchi.
El prestigio de Bernini hizo que viajara a Paris para discutir el diseño del Palacio del Louvre, si bien sus proyectos no son aceptados la influencia de Bernini es evidente. Construyó la capilla funeraria para los Borbones en Saint- Denis y diseño el baldaquino de la Iglesia de Val-de-Grace.

Francisco Castelli, il Borromini (1599-1667), con un temperamento más apasionado e inquieto que Bernini, va a dotar a sus obras de un dinamismo inaudito, subordinado a una audaz fantasía y a su dominio técnico, que crea conjuntos de grandiosos efectos lumínicos y espaciales. Sus obras son iglesias de pequeño tamaño, de materiales modestos.
Su fantasía creativa e innovadora le lleva a crear elementos nuevos como capiteles con las volutas al revés, a ondular con continuas curvas y contracurvas, con elementos cóncavos y convexos las fachadas y los interiores.
Transgrede totalmente el clasicismo, creando nuevas proporciones y motivos ornamentales.
Vista interior de la cúpula oval de la Iglesia de San Carlos de las cuatro fuentes de Borromini


En la Iglesia de San Carlos de las cuatro fuentes (1638-1667) con planta elíptica y capillas radiales, utiliza el muro curvo en su interior con elementos cóncavo-convexos, cubriendo el conjunto con una cúpula oval. En la fachada muy dinámica con ondulaciones , dividida en dos cuerpos con columnas y profundas hornacinas con estatuas, rematada en la parte superior con una balaustrada y un gran medallón oval, provocando fuertes efectos lumínicos.
Se trata en realidad de un planta centralizada, formada por dos triángulos equiláteros unidos por su base, lo que vendría a configurar una forma romboidal. Ocurre no obstante que esta forma base se dinamiza al disponerse los muros, como ya hemos dicho, curvados u ondulantes.
A ello se añade también para acentuar el movimiento la disposición de dieciséis columnas adosadas, que subrayan el juego de concavidades y convexidades que a la postre remarca los contrastes de luz y sombra que "movilizan" el conjunto espacial. Y no contento con todo ello, se intensifica ese juego de contrastes y formas entrantes y salientes por medio de hornacinas y nichos con estatuas. También los materiales utilizados tienen su papel en el dinamismo conseguido, utilizándose un material dúctil como el ladrillo, revestido de estuco blanco.
En alzado, destacaría el remate de la construcción por medio de una cúpula oval, decorada con un artesonado, de formas geométricas diversas (octogonales, cruciformes y hexagonales), de tamaños decrecientes, que iluminados directamente por la linterna superior contribuyen lógicamente a crear nuevos juegos de luces y contrastes.
Todo el conjunto del espacio interior así configurado se convierte en un ejemplo paradigmático de la arquitectura barroca. Primero por la tensión visual, conseguida por el juego de líneas y de luces. Y después por el efecto teatral del conjunto interior, en el que el espectador desde luego, no puede evitar participar con su atención en la configuración del espacio. Además, dicha disposición soluciona magistralmente el efecto de una sensación de amplitud, en el espacio de un edificio cuyas dimensiones son realmente pequeñas. A ello contribuye la combinación de un planta centralizada, con el sentido longitudinal de la forma elíptica, y la sensación creada por espacio moldeable, que parece alargarse y ampliarse por efecto de los juegos visuales y de la tensión que ello crea.
En cuanto a la fachada habría que decir que fue la última obra realizada por Borromini, y por tanto realizada muchos años después de que terminara la iglesia. También es muy orginal, en parte al construirse la iglesia en la confluencia de dos calles muy estrechas y angostas, por lo que el arquitecto volvió a verse obligado a moldear la arquitectura para adaptarla a un espacio pequeño. Así debe cortar la esquina en chaflán para aumentar la visibilidad del frontis, y volver a utilizar el esquema ondulante de formas cóncavo-convexas-cóncavas en los elementos de la fachada, para adaptarse al espacio y fingir una amplitud mucho mayor de la que en realidad tenía.
En altura se divide en dos pisos, en los que se añaden todo tipo de elementos ornamentales: hornacinas con las estatuas de San Carlos Borromeo en el centro y los fundadores de la Orden en las laterales y además columnas, nichos vacíos, entablamentos vigorosos, balaustradas, ventanales, fuentes, grutescos, figuras, medallones etc, que dotan al conjunto de una gran movilidad, sin perder por ello, y esa es su gracia, su sentido de unidad y de monumentalidad.

La Iglesia de San Ivo della Sapienza (1642-1660) de planta central estrellada mixtilínea, cubierta con una cúpula mixtilínea sobre un alto tambor cuya linterna con forma en espiral está rematada por una llama . La fachada tiene forma de curva cóncava.
En la iglesia de Santa Inés (1653-1661), situada en uno de los laterales de la Plaza Navona, la entrada sobresale y está encajada en un hueco de curvatura mucho más profunda, que destaca la gran cúpula que se alza encima suyo. Los pares de columnas a cada lado de la puerta central dirigen la mirada desde la entrada hasta la cúpula, en donde su forma se repite por pares de pilastras. Flanquean la cúpula torres cuya planta cuadrada se transforma en circular en el segundo piso.


EL BARROCO EN FRANCIA: EL PALACIO DE VERSALLES


Luis XIV dejó París y decidió construir Versalles, como una pequeña ciudad alejada de los problemas. Tendría varias etapas constructivas.
Primera etapa (1661-1668): Sería un palacete de caza al que se añadieron dos alas laterales que, al cerrarse conformó la plaza de armas. Son fachadas de ladrillo y unifica la cubierta usando también la pizarra y las mansardas.
Segunda etapa (1668-1678): Luis XIV pretende trasladar la corte a Versalles definitivamente. Añaden las dos alas laterales para dar prioridad visual al jardín, realizado por Jules Hardouin Mansart. La fachada que da al jardín está construida siguiendo el modelo italiano. Un primer piso de sillares almohadillados. Un piso noble de doble altura con crujías retranqueadas jugando con entrantes y salientes y alternando columnas y pilastras. Por último, un tercer piso que sería el ático, rematado por una serie de figuras escultóricas (trofeos y jarrones) que casi no dejan ver la caída de la cubierta, la cual no es muy inclinada. Llegaron a vivir hasta 20.000 personas.
Tercera etapa y última etapa (1678-1680): Es la ampliación realizada por Mansart el cual construyó la capilla real. Está situada al extremo del palacio. Tiene tribuna alrededor del templo y el rey se situaba sobre el altar mayor.
El jardín de Versalles es clasicista, ordenado, racionalizado. Con el paisajismo se obliga a la circulación. Crea una organización que relaciona todas las esculturas y fuentes y ensalza la monarquía. Las esculturas se señalan unas a otras. Progresiva civilización del jardín: muy ordenado, podado y cuidado en la zona próxima al palacio, y después se va asilvestrando.

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