lunes, 15 de noviembre de 2021

El palco del teatro como tema en la pintura de los impresionistas a través de dos cuadros, uno de Mary Cassatt y otro de Pierre-Auguste Renoir

Prof. Mónica Salandrú 

Pintar la vida moderna fue una de las características del Impresionismo, pintar a la gente con sus indumentarias, en sus actividades cotidianas. Esto incluía las novedades que presentaba el ocio de la burguesía triunfante en los espacios urbanos de la renovada vida parisina. El teatro se convirtió en uno de los lugares preferentemente frecuentados por este grupo social, ya que se constituyó en un escenario social donde el estatus y las relaciones estaban en exhibición pública. El lugar ideal para ver y ser visto, para la demostración de riqueza y “buen gusto”. Y no sólo para la alta sociedad, ahora los nuevos ricos invadían los teatros para mostrarse. El tema del palco ya había sido tomado por dibujantes como Honoré Daumier, ya que era ideal para la sátira social: en sus dibujos aparecían hombres lascivos con anteojos de gran tamaño, mujeres maduras que luchaban por verse atractivas, padres que exhibían a sus hijas casaderas, provincianos que se movían torpemente en un ambiente que desconocían pero al que querían integrarse. También el mundo de la moda había hecho del palco un frecuente motivo de los dibujos de sus revistas, ubicando allí a elegantes damas que lucían los vestidos novedosos. Pero como motivo pictórico aparece por primera vez en el cuadro “El palco del teatro (La loge)” de Pierre-Auguste Renoir, presentado en la primera exposición impresionista en 1874.

Pierre-Auguste Renoir. "El palco". 1874. Óleo s/lienzo 80 x 63 cm. Instituto de Arte Courtauld, Londres

Una pareja elegantemente vestida en unos de los principales teatros de París constituyó un tema sin precedentes. Era un paradigmático tema de la vida moderna, y estaba representado también de una manera poco convencional: la composición recortada daba la impresión de una instantánea fotográfica, reforzada por la actitud diferente de ambos personajes. Mientras la mujer ha bajado sus binoculares para convertirse en centro de atención, el hombre levantó los suyos para mirar a otra persona entre el público. Mientras el rostro del hombre queda semioculto por los prismáticos, la joven se muestra en toda su belleza como en un marco dorado.  Esta pintura ilustra claramente los convencionalismos sociales en estos ámbitos: la mujer está para ser mirada y el hombre es el que mira (respondiendo a la tradicional práctica pictórica: los hombres pintan mientras las mujeres constituyen su tema). Estamos por tanto ante un claro ejemplo de las construcciones que en relación al género, caracterizan a esta época y a esta sociedad.  La escena fue preparada en el estudio del artista. Para la mujer posó Nini López, modelo de Renoir en diversas oportunidades. Y para el hombre posó Edmond, su hermano. Con una pincelada suave y fluida, Renoir genera una sinfonía en blanco y negro contraponiendo las rayas atrevidas del vestido de moda de la mujer con el atuendo de noche del hombre. 

Mary Cassatt. "Mujer de negro en la Ópera". 1878. Óleo s/lienzo 81 x 66 cm. Museo de Bellas Artes de Boston

Mary Cassat también abordó el tema del palco del teatro en varias de sus pinturas. En el óleo de 1878, “Mujer de negro en la Ópera”, Cassatt le dio a su figura femenina un papel notablemente más dinámico que el otorgado por Renoir a la suya, ya que mira con avidez a través de sus lentes de ópera la fila de asientos frente a ella (o la escena). En el fondo, arriba a la izquierda, un hombre dirige su mirada hacia ella. El espectador, que los ve a ambos, completa el círculo. En Cassatt la mujer, en lugar de un receptor pasivo de la mirada masculina, analiza activamente a la multitud y no muestra signos de ser consciente del espectador. Los binoculares, al ocultar su rostro, contribuyen a subvertir el rol asignado a la mujer de objeto de contemplación.  Esa postura inquisitiva sin duda rompe con los estereotipos comunes sobre la feminidad. El negro del vestido podría indicarnos su condición de viuda, y si es así, no tenía las mismas restricciones sociales que las solteras y las casadas. De todas formas, claramente estamos ante una mujer está asumiendo actitudes que esta sociedad reserva a la masculinidad.



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