miércoles, 21 de abril de 2021

Marc Chagall: una pintura cargada de poesía, evocación y fantasía

Prof. Mónica Salandrú

Parte 1: La primera etapa parisina y el período ruso hasta 1922

Marc Chagall es tal vez el más conocido y popular de los artistas rusos del siglo XX. Su obra está cargada de una gran originalidad, difícilmente clasificable. Fue creador de un lenguaje plástico propio, manteniéndose al margen de todas las vanguardias de principios del siglo XX. Se nutrió de las tradiciones religiosas y culturales judías entre las que transcurrió su infancia y juventud, pero manifestó siempre una aspiración violenta a la libertad de pintar y de expresar lo universal. En sus pinturas funde realidad y fantasía, los recuerdos de su niñez y de las tradiciones de su pueblo se tradujeron en la transfiguración de lo visto en un cuento maravilloso.

Chagall hacia 1910-1911

Sus inicios

Moshe Segal nació el 7 de julio de 1887 en Vitebsk, aldea bielorrusa que formaba parte por entonces del Imperio Ruso. A lo largo de los años de infancia y juventud de Chagall, Vitebsk vivió los comienzos de un proceso de industrialización, convirtiéndose en un centro ferroviario a partir del cual avanzó la arquitectura y urbanización que la convertirían de aldea en una ciudad de unos 50.000 habitantes, la mitad de ellos judíos. La familia de Chagall era pobre, su padre trabajaba en la tienda de un comerciante de arenques y su madre se ocupaba de un pequeño negocio de comestibles. Fue el mayor de nueve hermanos y toda la vida familiar giraba al ritmo de la comunidad judía, la shtetl, en torno a una economía rural y doméstica, caracterizada por la vida en casas de madera con corrales, en los alrededores del centro de Vitebsk. El judaísmo practicado en esta aldea es el denominado judaísmo jasídico, caracterizado por una interpretación mística del judaísmo ortodoxo. Para el jasidismo Dios está en todas partes y el hombre puede comunicarse con él. Lo caracteriza la influencia de la Cábala, la vida en comunidades, la observación estricta de la ley judía así como el seguimiento de los dictámenes y recomendaciones del rabino. Los cantos, la música del violín y la lectura de la Biblia, actividades cotidianas de esta comunidad, rodearon la infancia de Chagall. Concurrió al jéder, la escuela judía elemental, y con 13 años ingresó a la escuela municipal de Vitebsk. Esto se debió a la voluntad de la madre que buscó que pudiera seguir su formación, ya que la mayoría de los niños judíos una vez que egresaban del jéder debían comenzar a trabajar en forma inmediata. Esto le permitió un contacto con otras formas culturales, así como aprender ruso (la lengua hablada en la shtetl es el idish), participando la tensión que se vivía en el medio rural, en el seno de estas comunidades, entre la observancia de la tradición judía y la imitación del modelo ruso. En 1906 comienza a tomar clases de dibujo y pintura con el artista Yejuda Pen, autor de escenas costumbristas y retratos. Con esta actividad continúa su distanciamiento de la observancia de las tradiciones jasídicas, rompiendo definitivamente con éstas al trasladarse en 1907 a San Petersburgo para proseguir con su formación como pintor. Consigue un permiso de residencia (obligatorio para los judíos en las ciudades rusas, ya que el lugar de éstos se fijaba en las shtetl establecidas por el Imperio) y debe trabajar en distintos empleos para asegurarse su manutención. No es admitido en la Academia pero va a ingresar en la escuela de la Sociedad Imperial para la protección de las Bellas Artes, abandonándola en 1908 por su insatisfacción con una enseñanza académica que no es de su agrado. En los meses siguientes va a comenzar a estudiar con el pintor León Bakst, colaborador de Diáguilev, con el que va a gozar de un poco más de libertad para explorar la pintura que él sueña. En 1909 conoce a Bella Rosenfeld, quien años más tarde se convertirá en su esposa y musa hasta su muerte en la década de 1940. En agosto de 1910 emprende viaje a París.

Chagall y Bella Rosenfeld hacia 1910

París 1910-1914

Arribado a París se instala en el apartamento de un pintor ruso en Montmartre. Frecuenta las academias La Palette y La Grande Chaumiére, realizando ejercicios de desnudos sin mayor entusiasmo. Sí muestra entusiasmo en su recorrido por las galerías, salones y museos (en particular el Louvre) y por la ciudad en general, manifestando estar encantado con París. A fines de 1910 conoce al matrimonio Delaunay y también a Gleizer, Léger, Metzinger y Lothe, y participa en círculos de discusión artística. En 1911 se instala en La Ruche y traba gran amistad con el poeta Blaise Cendrars. También intercambia con los poetas Max Jacob, André Salmon y Guillaume Apollinaire. En 1912 expone 3 cuadros en el Salón de los Independientes, y 3 más en el Salón de Otoño. En el Salón de los Independientes volverá a exponer también en 1913 y 1914.

Realiza en estos años muchas obras que evocan a Rusia, consolidándose en su vocabulario iconográfico temas y personajes del Vitebsk natal, que son presentados como si se tratara de un cuento donde lo maravilloso y la magia dominan la escena. También París pasa a formar parte de sus obras.

Algunas obras de este período

Vitebsk, 1911. Aguada s/papel, 17,1 x 23,1 cm. Centro Pompidou, París.

La aguada es una técnica que Chagall descubre en París. En estos años creó numerosas aguadas y gouaches, técnicas más accesibles que el óleo, por sus costos, y que le permitirán al artista plasmar en el papel una y otra vez los motivos que está definiendo en esta etapa como metáforas visuales que acompañarán su obra toda su vida. En este caso aparece Vitebsk como motivo, con sus cúpulas, y cercas y casas de madera del shtetl, sobre las que Chagall reafirma su condición de pintor.


La habitación amarilla, 1911. Óleo s/lienzo, 84,2 x 112 cm. Fundación Beyeler, Basilea.

Converge en esta obra el impacto que el cubismo ha tenido sobre las búsquedas que desde lo formal caracterizaron a Chagall en estos años. Pero esta perspectiva y forma distorsionada está al servicio de la narración que de su mundo personal realiza el artista: la presencia de Vitebsk, la cabra, el samovar, dan cuenta de esto. Es claro el dominio de lo irracional: la mujer y su cabeza girada, los objetos que se mueven.


Nieve, invierno en Vitebsk, 1911. Gouache s/cartulina, 47,9 x 60,3 cm. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

Esta obra forma parte de la serie de gouaches que Chagall pintó en París en estos años que se conocen como “Recuerdos rusos”. Incluyen varias vistas nocturnas de los suburbios de Vitebsk. Una hilera de coloridas casas de madera con techos altos separa el cielo nocturno de la llanura nevada en la que los adultos tiran de los niños en trineos. Las cúpulas de una de las numerosas iglesias de Vitebsk se elevan en el extremo derecho. Los colores luminosos y los acentos ingenuos de esta imagen son tomados del arte popular ruso. La figura en el centro de la composición con sus botas y pantalones holgados y una blusa estampada, tiene toda la elegancia de un bailarín de los ballets rusos de Dighialev.


Yo y el pueblo, 1911. Óleo s/lienzo 192,1 x 151,4 cm. MoMA, Nueva York.

En el centro de esta pintura, los rostros de un cordero y un hombre se encuentran, sus pupilas conectadas por una débil e irregular línea blanca. Los contornos de sus narices, mejillas y barbillas forman la base de un conjunto de diagonales entre formas fragmentadas. A esta pareja central se unen figuras flotantes y viñetas que se intercalan, oníricas, a lo largo de la composición: a la izquierda una mujer ordeña una vaca, arriba aparece una cara flotante en la entrada de una iglesia, una hilera de casas tiene dos que están boca abajo. 

Hay influencia del cubismo (en la intencionalidad de ordenar el espacio), pero también del fauvismo y del orfismo. Los colores fantásticos son un importante componente de estas imágenes folclóricas procedentes de sus recuerdos de Vitebsk. El título del cuadro fue proporcionado por Blaise Cendrars, evocando la relación del artista con su hogar. La composición es radial, manifestándose la influencia de Delaunay, artista muy cercano a Chagall. En cada uno de los sectores en que está dividido el cuadro aparecen representados el hombre enfrentado a la bestia, la naturaleza, a través de una rama, y la civilización a través de la aldea. La forma en que se representan las figuras dan cuenta de una realidad que trasciende el mundo visible para aludir a un universo imaginado a través de recuerdos devenidos en símbolos.


La boda, 1911-12. Óleo s/lienzo, 99,5 x 188,5 cm. Centro Pompidou, París.

Es un cuadro en formato horizontal que permite el desarrollo de la comitiva y la narración. Se trata de una boda tradicional rusa, los músicos se ubican a la cabeza con el rabino que oficiará la ceremonia, luego siguen los novios y los acompañantes. También se acercan algunos vecinos del pueblo observando el paso de los personajes. Es una composición inspirada en el cubismo, pero el uso de colores vibrantes, vivos e intensos la aproxima también al fauvismo y a las composiciones orfistas de Robert Delaunay.


El violinista, 1911-14. Óleo s/lienzo, 94,5 x 69,5 cm. Colección de Arte de Renania del Norte – Westfalia, Düsseldorf.

El cuadro está estructurado alrededor de un sendero que le proporciona unidad espacial y escénica. El violinista en rojo, detrás del cual un niño pordiosero mendiga una limosna, es la figura dominante. Tradicionalmente guía procesiones de bodas judías. Por ello, las dos figuras en segundo plano pueden ser interpretadas como una pareja de recién casados. El sólido equilibrio es alterado por el uso de los colores que proporcionan a la escena rasgos imaginarios, de representación, de fantasía, de construcción ideada.

 

París a través de la ventana, 1913. Óleo s/lienzo, 136 x 141,9 cm. Museo Solomon R. Guggenheim, Nueva York

Se trata de otra obra con influencia del cubismo, pero sobre todo de Delaunay y el orfismo. Se caracteriza por planos semitransparentes superpuestos en el cielo, de vivos colores. Aparece la Torre Eiffel, influencia también de Delaunay ya que es un tema frecuente en sus obras, con la que Chagall introduce una metáfora de París y la modernidad. También el paracaidista, cuyo primer salto exitoso fue precisamente en 1912, puede interpretarse como una señal de modernidad. Pero hay también referencias a Vitebsk, en la pareja con trajes típicos de la shtetl. La figura de Jano ha sido interpretada como el artista mirando al oeste, a un nuevo hogar en Francia, y al este, a Rusia. 

Volvemos a estar en presencia de una evocación lírica, similar a la poesía plástica de Cendrars y Apollinaire, poetas que admiraron y se maravillaron con la pintura de Chagall.


El regreso a Vitebsk y la larga estadía en Rusia

En 1914, Herwarth Walden, mentor del expresionismo y editor de “Der Sturm”, presenta en su galería en Berlín la primera exposición individual de Chagall. Éste había conocido a Walden a través de Apollinaire y en junio viaja a Berlín con 40 lienzos y 160 aguadas. El 13 de junio de 1914, luego de inaugurada la muestra, Chagall parte a Vitebsk para asistir a la boda de su hermana y ver a Bella Rosenfeld, su prometida. El viaje previsto por unas semanas, va a extenderse a raíz del estallido de la Primera Guerra Mundial. El cierre de fronteras va a llevar al artista a permanecer seis años en Vitebsk y luego dos años más en Moscú. En 1915 contrae matrimonio con Bella y en 1916 nace Ida, su hija. En estos años pinta sobre su ciudad, su paisaje y su gente. Gana reconocimiento en su país, exponiendo en Moscú y en San Petersburgo.


Sobre Vitebsk, 1914. Óleo, gouache, grafito y tinta s/papel, 31,4 x 40 cm. Museo de Arte de Filadelfia.

La pintura juega con la expresión idish de un mendigo que se mueve de puerta en puerta, er geyt iber di hayzer, que se traduce como “camina sobre las casas”. Este giro caprichoso de la frase permitió a Chagall transformar una escena de Vitebsk en invierno, que de otro modo sería naturalista, mediante la adición de un extraño personaje aerotransportado con un saco en la espalda, cuya presencia otorga a la composición un aire de ensoñación, de irrealidad.


 

El diario de Smolensk, 1914. Óleo s/papel y lienzo, 38 x 50,5 cm. Museo de Arte de Filadelfia.

“Voina”, guerra, es la única palabra descifrable en la primera página del “Diario de Smolensk”. La conversación de los dos hombre parece girar en torno a la matanza que amenaza a Europa. El viejo judío apoya sus brazos sobre la mesa con un gesto de preocupación. Piensa quizá en el reclutamiento forzoso impuesto a su pueblo por los regímenes zaristas desde que tiene memoria. Su compañero de mesa tampoco se muestra entusiasmado. Sus ropas y sombreros revelan en él al burgués, se le ve perturbado, con una mano en la frente. Del cuadro emanan congoja y angustia.


El judío en verde, 1914. Óleo s/cartón, 100,5 x 81,5 cm. Museo de Arte de Basilea

El judío en rojo, 1914. Óleo s/cartón, 101 x 81 cm. Museo de Arte de Basilea

El judío en negro y blanco, 1914. Óleo s/cartón 101 x 80 cm. Museo de Arte de Basilea

Los tres retratos monumentales de judíos son en realidad retratos de mendigos errantes de Vitebsk que Chagall llevó a su estudio como modelos. El de verde representa a un viejo predicador itinerante. Inclinado, con una cabeza pesada y de gran tamaño, se sienta cerca del espectador y da una imagen de pobreza y humildad muda. El texto en hebreo contiene citas bíblicas que el judío parece estar murmurando, con el ojo izquierdo entrecerrado, medio dormido. El rojo representa la figura literaria del judío eternamente errante Ahasver, símbolo del pueblo sin hogar de Israel. Es una generalización, la imagen por tanto adquiere un carácter arquetípico. El judío en blanco y negro aparece digno y en ropa ritual. Consiste en un chal de oración, filacterias y los hilos en la mano derecha. Según señala el mismo Chagall, el extraño lleva la ropa de su devoto padre.

A través de las penurias, la soledad y la desesperación que reflejan estos personajes, cobra fuerza el destino del pueblo judío.


El cumpleaños, 1915. Óleo s/cartón, 80,6 x 99,7 cm. MoMA, Nueva York.

Esta obra forma parte de toda una serie de retratos del artista y Bella, realizados en estos años. Con minuciosidad reprodujo Chagall los motivos del paño sobre el diván, la decoración del mantel, y se tomó el trabajo de reproducir exactamente los muebles del cuarto. Evidentemente el amor que trasciende el cuadro existe en la realidad y no como una visión de la amada desde París. La alada ingravidez que caracteriza a la pareja del cuadro es en realidad sólo la transcripción visual de las metáforas, la reformulación fiel a su significado de una imagen verbal en una imagen pintada.


La casa gris, 1917. Óleo s/lienzo, 68 x 74 cm. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid.

En esta pintura Chagall vuelve a crear una vista de Vistebsk. Al fondo se recorta el casco histórico de la ciudad, con la catedral de la Asunción. En el primer plano aparece una de las típicas casas de madera de la ciudad. Forma parte de la serie que el artista denominó “documentos”: pinturas sobre paisajes y gentes de Vitebsk, donde se alternan algunas alegres y optimistas, como El cumpleaños, y otras apocalípticas como esta. Se trata de una representación bastante naturalista, aunque con ciertos elementos tomados del cubismo, como la perspectiva irreal y los distintos planos. Los cielos sinuosos otorgan al cuadro una atmósfera onírica, fantástica. 



Todo aparece inundado de una tristeza nostálgica, dada por el abandono de la cabaña y la figura de la izquierda sobre la esquina inferior que en un sugestivo gesto se lleva las manos al pecho.


El mercado, Vitebsk, 1917. Óleo s/lienzo, 66 x 97 cm. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

Mostrando una plaza pública, el cuadro contrasta la opulenta catedral barroca con los modestos escaparates y puestos. El pintor emplea una perspectiva dramática y utiliza los planos y ángulos de los edificios que se cruzan para mover el ojo del espectador de manera juguetona a lo largo de la escena.


Chagall y la revolución rusa

Como muchos rusos, Chagall manifiesta desde el principio simpatías por la revolución de 1917. A esa altura ya es un artista reconocido. En 1918 publican el primer libro que recopila su trabajo. También en ese año se le designa para el cargo de Comisario de Bellas Artes de Vitebsk, con tareas vinculadas a la organización de una escuela de arte, exposiciones, museos, bibliotecas, etc. Chagall emprende con entusiasmo su tarea, dejando su labor pictórica en un segundo plano. Llegan a Vitebsk reconocidos artistas, entre ellos Malevich con quien Chagall mantiene serias diferencias en cuanto a la propuesta estética, diferencias que lo llevan a dimitir a su cargo en 1920 y trasladarse a Moscú, ciudad en la que permanecerá hasta 1922. 

Profesores de la Escuela Popular de Arte de Vitebsk, 1919. Chagall es el tercero desde la izquierda.

En estos años de 1920 a 1922, en los que padece penurias económicas, trabaja para el Teatro Judío de Moscú, realizando decorados, figurines y pinturas murales. Las paulatinas exigencias del gobierno revolucionario sobre el uso del arte al servicio de la política, tensionan su relación con las autoridades que no tiene un buen concepto del arte de Chagall. En 1922 escribe “Mi vida”, un relato autobiográfico a partir del que se percibe cómo sus recuerdos de Vitebsk y la comunidad judía jasídica han alimentado toda su creación artística. En este año decide abandonar Rusia y regresar a Berlín.

 


1 comentario:

  1. Interesante e instructivo encuentro los comentarios sobre los cuadros. Enseñan que el arte va más allá de la estética ,observando el mundo en todas sus facetas y experimentando e investigando tecnicas distintas.

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