sábado, 9 de marzo de 2013

Raúl Soldi, una pintura realizada desde el sueño



Raúl Soldi (1905-1994) nació en Buenos Aires, de padres italianos y creció rodeado de artistas.   A los 18 años viajó a Europa, ingresando a la Academia Brera, de Milán, en 1924. Su formación en este ámbito se extendió hasta 1931. Participó en estos años en grupos de artistas, realizando exposiciones tanto individuales como colectivas. Ya en esta época consolidó un carácter constante en su trayectoria: la preocupación por los aspectos formales de la pintura más que por las problemáticas expresivas del lenguaje o  la búsqueda de innovaciones. De ahí que su obra no se haya alineado a la modernidad pictórica del siglo XX, habiendo permanecido fiel a la tradición de corte académico, más preocupada en aspectos tales como el lugar del color frente a la forma en términos de composición. 

 La hamaca. 1933. Óleo sobre tela, 80 x 107 cm. Museo Nacional de Bellas Artes. Buenos Aires

Hacia 1935, ya en Argentina, comenzó a trabajar como escenógrafo para el cine argentino, tarea que desempeñará por muchos años, hasta mediados de la década del 50 aproximadamente. Esta actividad, con la que se sustentaba, le insumía largas jornadas, por lo que durante mucho tiempo pintó durante la noche.  Ya en sus primeras exposiciones en Argentina, presenta obras caracterizadas por la desmaterialización de sus figuras, presentadas como pertenecientes a un mundo de ensueño o de evocación. Esta etapa, que va desde 1935 a 1950, se ha denominado “período amarillo”, por la recurrencia de este color en sus pinturas, debido tal vez a la luz artificial con la que pintaba. Corresponden a esta etapa un gran número de figuras femeninas, jóvenes y gráciles, que aparecen como salidas de otra realidad, imaginada o recordada. No hay claridad anecdótica,  sus pinturas presentan una indefinición temática, o una notoria ambigüedad, que contribuyen a esa sensación de irrealidad a la que referíamos.  La figuración en Soldi no responde al canon de la Academia, ya que la realiza desde una subjetividad generadora de  climas espirituales. Esto mismo se aplica para sus paisajes suburbanos, sus figuras de circo, bodegones e iconografía cristiana. No persigue la ilusión de tridimensionalidad, sus figuras, estilizadas y sutilmente deformadas, responden a una clara concepción bidimensional, el color se impone a la forma, y la línea, en muchos casos usada en elaborados arabescos,  es clave para la desmaterialización que las caracteriza.

Joven leyendo. S/f. Óleo sobre tela, 65 x 55 cm. Colección de Arte Amelia Lacroze de Fortabat. Buenos Aires

Desde los años 50 y hasta mediados de los 70 abundan los colores azules, por lo que estos años se engloban en el denominado “período azul”. Es la época de las grandes obras de Soldi, donde él ya puede vivir de su pintura.
En la década del 50, Soldi conoce la localidad de Glew, quedando inmediatamente atraído por su carácter de lugar detenido en el tiempo. Adopta a Glew como su lugar de veraneo y en 1953 comienza la que va a ser una de sus obras mayores: la decoración de los muros de la Parroquia de Santa Ana. Por más de 20 años trabajará en estos frescos, cubriendo  250 metros cuadrados y empleando más de 60 figuras. Se trata de escenificaciones de la vida de Santa Ana, para las que Soldi recurre a numerosas referencias a Glew y su entorno. El tema bíblico fue traído al presente y a un lugar físico determinado: el nacimiento de la virgen tiene lugar en el patio de una casa que está en la esquina de la iglesia, las diferentes escenas están plagadas de las vacas, ovejas, gallinas, cardos y molinos que Soldi veía cotidianamente en el pueblo, los vecinos sirvieron de modelos  para los distintos personajes. Aplicó mayoritariamente la técnica del fresco según la usanza renacentista: picaba la pared utilizando superficies de 30 a 40 cm, revocaba y pintaba. 

 Parroquia Santa Ana. Frescos. 1953-1976. Glew. Provincia de Buenos Aires

                                         Cúpula del Teatro Colón. 1965-66.  Buenos Aires

En la década del 60 pinta otra importante obra: la cúpula del Teatro Colón. La iniciativa fue de Mujica Lainez. Éste había visitado en París la Ópera Garnier, apreciando allí la obra de Chagall de 1964. De regreso a Buenos Aires cree que Soldi es el indicado para pintar el techo del Colón, por el contenido musical presente en su obra. El 25 de mayo de 1966 se inauguró el conjunto de dieciséis paneles de pintura sobre tela que Soldi concibió y ejecutó para decorar la cúpula. Denominada “Alegoría a la música, al canto y al baile”, es una representación de la vida teatral en sus diferentes aspectos: instrumentos musicales, actores en un entreacto jugando al ajedrez, músicos ejecutando sus instrumentos, actores al ingresar al escenario intercambiando máscaras. Cincuenta y una figuras cubren así 318 metros cuadrados.
Entre finales de los años 70 y los 90 transcurre el denominado “período blanco”, en el que su paleta se aclara, constituyendo el blanco un color recurrente.
En 1979 el pintor crea la Fundación Soldi, a la que dona las que considera sus 60 mejores obras. Se trata de 40 óleos, 15 dibujos y 5 grabados, realizados entre 1927 y 1978. A estos se suman atriles, fotografías y textos. En 1982 abre sus puertas en la casa que fuera su residencia veraniega en Glew.
Fue uno de los pintores más populares de la Argentina (en 1992 se le realizó un homenaje en el Palais de Glace, con una exposición que tuvo un número record de visitantes) si bien muchos críticos señalan lo estereotipado de su obra a partir de los años 50.
Dejo a continuación algunas fotos que tomé en Glew (Parroquia Santa Ana y Fundación Soldi) en el año 2008


Libros consultados:
Févre, Fermín (2000) Raúl Soldi. Editorial El Ateneo -  Bifronte. Buenos Aires
Fundación Soldi  (1981) Obras de la Fundación. Ediciones de Arte Gaglianone. Buenos Aires
López Anaya, Jorge (2005) Arte argentino. Cuatro siglos de historia (1600-2000). Emecé Editores S.A. Buenos Aires

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