Raúl
Soldi (1905-1994) nació en Buenos Aires, de padres italianos y creció rodeado
de artistas. A los 18 años viajó a Europa, ingresando a la
Academia Brera, de Milán, en 1924. Su formación en este ámbito se extendió
hasta 1931. Participó en estos años en grupos de artistas, realizando
exposiciones tanto individuales como colectivas. Ya en esta época consolidó un
carácter constante en su trayectoria: la preocupación por los aspectos formales
de la pintura más que por las problemáticas expresivas del lenguaje o la
búsqueda de innovaciones. De ahí que su obra no se haya alineado a la
modernidad pictórica del siglo XX, habiendo permanecido fiel a la tradición de
corte académico, más preocupada en aspectos tales como el lugar del color
frente a la forma en términos de composición.
La hamaca. 1933. Óleo sobre tela, 80 x 107 cm. Museo Nacional de Bellas Artes. Buenos Aires
Hacia
1935, ya en Argentina, comenzó a trabajar como escenógrafo para el cine
argentino, tarea que desempeñará por muchos años, hasta mediados de la década
del 50 aproximadamente. Esta actividad, con la que se sustentaba, le insumía
largas jornadas, por lo que durante mucho tiempo pintó durante la noche. Ya en sus primeras exposiciones en Argentina,
presenta obras caracterizadas por la desmaterialización de sus figuras,
presentadas como pertenecientes a un mundo de ensueño o de evocación. Esta
etapa, que va desde 1935 a 1950, se ha denominado “período amarillo”, por la
recurrencia de este color en sus pinturas, debido tal vez a la luz artificial
con la que pintaba. Corresponden a esta etapa un gran número de figuras femeninas,
jóvenes y gráciles, que aparecen como salidas de otra realidad, imaginada o
recordada. No hay claridad anecdótica,
sus pinturas presentan una indefinición temática, o una notoria ambigüedad,
que contribuyen a esa sensación de irrealidad a la que referíamos. La figuración en Soldi no responde al canon de
la Academia, ya que la realiza desde una subjetividad generadora de climas espirituales. Esto mismo se aplica para
sus paisajes suburbanos, sus figuras de circo, bodegones e iconografía cristiana.
No persigue la ilusión de tridimensionalidad, sus figuras, estilizadas y
sutilmente deformadas, responden a una clara concepción bidimensional, el color
se impone a la forma, y la línea, en muchos casos usada en elaborados
arabescos, es clave para la
desmaterialización que las caracteriza.
Desde
los años 50 y hasta mediados de los 70 abundan los colores azules, por lo que
estos años se engloban en el denominado “período azul”. Es la época de las grandes
obras de Soldi, donde él ya puede vivir de su pintura.
En la
década del 50, Soldi conoce la localidad de Glew, quedando inmediatamente
atraído por su carácter de lugar detenido en el tiempo. Adopta a Glew como su
lugar de veraneo y en 1953 comienza la que va a ser una de sus obras mayores:
la decoración de los muros de la Parroquia de Santa Ana. Por más de 20 años
trabajará en estos frescos, cubriendo 250 metros cuadrados y empleando más de 60
figuras. Se trata de escenificaciones de la vida de Santa Ana, para las que
Soldi recurre a numerosas referencias a Glew y su entorno. El tema bíblico fue
traído al presente y a un lugar físico determinado: el nacimiento de la virgen
tiene lugar en el patio de una casa que está en la esquina de la iglesia, las
diferentes escenas están plagadas de las vacas, ovejas, gallinas, cardos y
molinos que Soldi veía cotidianamente en el pueblo, los vecinos sirvieron de
modelos para los distintos personajes.
Aplicó mayoritariamente la técnica del fresco según la usanza renacentista:
picaba la pared utilizando superficies de 30 a 40 cm, revocaba y pintaba.
Parroquia Santa Ana. Frescos. 1953-1976. Glew. Provincia de Buenos Aires
En la
década del 60 pinta otra importante obra: la cúpula del Teatro Colón. La
iniciativa fue de Mujica Lainez. Éste había visitado en París la Ópera Garnier,
apreciando allí la obra de Chagall de 1964. De regreso a Buenos Aires cree que
Soldi es el indicado para pintar el techo del Colón, por el contenido musical
presente en su obra. El 25 de mayo de 1966 se inauguró el conjunto de dieciséis
paneles de pintura sobre tela que Soldi concibió y ejecutó para decorar la
cúpula. Denominada “Alegoría a la música, al canto y al baile”, es una
representación de la vida teatral en sus diferentes aspectos: instrumentos
musicales, actores en un entreacto jugando al ajedrez, músicos ejecutando sus instrumentos,
actores al ingresar al escenario intercambiando máscaras. Cincuenta y una
figuras cubren así 318 metros cuadrados.
Entre
finales de los años 70 y los 90 transcurre el denominado “período blanco”, en
el que su paleta se aclara, constituyendo el blanco un color recurrente.
En 1979
el pintor crea la Fundación Soldi, a la que dona las que considera sus 60
mejores obras. Se trata de 40 óleos, 15 dibujos y 5 grabados, realizados entre
1927 y 1978. A estos se suman atriles, fotografías y textos. En 1982 abre sus
puertas en la casa que fuera su residencia veraniega en Glew.
Fue uno
de los pintores más populares de la Argentina (en 1992 se le realizó un
homenaje en el Palais de Glace, con una exposición que tuvo un número record de
visitantes) si bien muchos críticos señalan lo estereotipado de su obra a
partir de los años 50.
Dejo a
continuación algunas fotos que tomé en Glew (Parroquia Santa Ana y Fundación
Soldi) en el año 2008
Libros consultados:
Févre,
Fermín (2000) Raúl Soldi. Editorial El Ateneo - Bifronte. Buenos Aires
Fundación
Soldi (1981) Obras de la Fundación.
Ediciones de Arte Gaglianone. Buenos Aires
López
Anaya, Jorge (2005) Arte argentino. Cuatro siglos de historia (1600-2000).
Emecé Editores S.A. Buenos Aires
coño
ResponderEliminarmierda
ResponderEliminarputos
ResponderEliminarwow si que era bueno
ResponderEliminarMuy Bueno! Gracias Por Su Tiempo(:
ResponderEliminarBArbara toda la info! me Sirivio mucho, hay datos que no aparecen en ningun otro lugar. :)
ResponderEliminarmiralo a raul inventando el hentai en 1933
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