domingo, 13 de septiembre de 2009

El Fauvismo y la eclosión del color

fuente: "Enseñarte" (www.aprendersociales.blogspot.com)

Nos encontramos en la ciudad de París, a finales de 1905. Un crítico de arte pasea por las estancias donde se presenta el Salón de Otoño correspondiente a ese año. Una parte de los cuadros que forman la exposición producen en el crítico una fuerte conmoción. Le resultan tremendamente desagradables, mal realizados, sin ninguna profesionalidad y con colores chillones. Para calificar lo que ha visto no se le ocurre otra denominación mejor que la de cuadros "fauves" (fieras, en nuestra lengua). Así fue como Louis Vauxcelles dio nombre, aún sin quererlo, a un nuevo movimiento pictórico, una de las primeras vanguardias artísticas del siglo XX: el fauvismo. El arte de las fieras.
Maurice de Vlaminck, La casa azul, 1906




Los pintores fauvistas reaccionan de forma radical contra los postulados impresionistas. Para ellos el objeto principal de la pintura no ha de ser la luz, sino el color. Niegan que sea la luz la que cree los colores y casi afirman que el color tiene existencia por sí mismo. Esa es la esencia del fauvismo: la pasión por el color, al que dejan expresarse de manera pura. Las mezclas en la paleta resultan innecesarias; mejor emplear la pintura tal como sale del bote. Colores puros, planos, vivos, llamativos, sin mezcla que los contamine. Pero para que los colores no se "peleen", hace falta dibujar, marcar los contornos de las figuras, señalar unas fronteras entre ellos. Hay por tanto también en el fauvismo una clara recuperación del dibujo, en cuanto que ayuda a definir el espacio de cada color.
De esa última idea de espacio pictórico arranca la otra gran característica del fauvismo. El color es plano, el espacio es plano en el cuadro, de manera que la perspectiva va a perderse en manos del color, la profundidad deja casi de existir y además no existen focos de luz que organicen la superficie pictórica. El color crea el espacio y, además, es amigo de lo simple, de lo sencillo. He aquí una huella de los planteamientos que Gaugin había ya formulado.

André Derain, El puente de Charing Cross en Londres, 1906


Fue así como los principales pintores fauvistas, los franceses Henry Matisse (1869-1954) y André Derain (1880-1954) o el holandés Maurice Vlaminck (1876-1958), crearon durante algunos años una corriente pictórica enormemente poética, basada en la sencillez, en la que tratan de reflejar la realidad de forma absolutamente emocional; a fin de cuentas, los colores describen emociones. Su pintura está vinculada al mundo de los sentidos, a la percepción. Por eso un ser humano puede ser rojo y el agua de un río amarilla o las montañas rosas. El color lo es todo.

Henri Matisse, La danza, 1910

1 comentario:

  1. muy buena ya que es muy importante aprender sobre fauvismo

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