En el marco de la arquitectura renovadora europea, destaca en particular la figura del catalán Antonio Gaudí (1852-1926), figura clave del Modernismo español. Su obra, con características muy diferenciadas del Art Nouveau, es muy original y resulta difícil someterla a clasificación alguna.
Barcelona, lugar donde se ubica lo más importante de la obra de este
arquitecto español, era hacia 1900 la ciudad más poblada, luego de Madrid, e
industrializada de España, al punto de constituir su verdadera capital
económica. La Exposición Universal de 1888, celebrada allí, había contribuido a
consolidar su prestigio y a impulsar a la economía catalana al comercio con
muchas regiones europeas. Todas las construcciones y remodelaciones realizadas
en la ciudad a raíz de este evento, constituyeron un antecedente del Modernismo
catalán, del cual Gaudí es su más importante representante.
Casa Batlló. Antonio Gaudí. Barcelona. 1904-1906
La trayectoria profesional de Gaudí había discurrido dentro de un
eclecticismo muy original, con integración de elementos orientalizantes, árabes
y góticos, en proyectos muy libres y personales. En particular se interesó
mucho por el gótico y sus problemas estructurales, siguiendo las enseñanzas de
Viollet-le-Duc, pero también por las posibilidades plásticas de los diferentes
materiales.
Entre 1900 y 1910 abandona las referencias historicistas y
eclécticas y construye las obras consideradas emblemáticas del Modernismo
catalán: la casa Batlló (1904-1906) y Milá (1906-1908), y el Parque Güell
(1900-1914). Pero sin duda que la obra por la que se lo distingue
particularmente es la Iglesia de la Sagrada Familia (1883-1926), proyecto al que se abocó
prácticamente en exclusividad en los últimos años de su vida.
Detalle del enorme ventanal con vidrios de colores circulares. Las columnas tienen forma ósea con decoraciones vegetales. También los balcones y sus barandillas tienen tratamiento óseo, remitiéndonos a los alvéolos oculares de las calaveras. La arquitectura se convierte en escultura.
Dentro de los aspectos más destacables de su trabajo está la concepción escultórica de sus edificios. No se limitó a la decoración superficial sino que dio a sus estructuras formas completamente plásticas. Al decir de Gympel: “las fachadas se convirtieron en superficies porosas y agitadas que tenían el aspecto de peñas escarpadas, adornadas o labradas, las ventanas de entrada de cuevas, los tejados de arrecifes de coral, cubiertos con mosaicos abstractos a base de cascos de vidrio o de arcilla” (Gympel, Jan (2005) Historia de la arquitectura. De la antigüedad a nuestros días. Editorial Könemann. Barcelona, pág. 81).
Fue un innovador en el empleo del arco parabólico, experimentó con formas
diversas, empleó gran variedad de elementos artesanales, destacando el vidrio y
la forja, introdujo las plantas libres, tendió siempre a sorprender, por medio
de recursos expresivos y dinámicos. Y no sólo proyectó edificios sino que su
trabajo se extendió también al mobiliario y a otros elementos decorativos
interiores, la idea central era la arquitectura total.
Sus formas nos remiten a la naturaleza, con referencias vegetales o
animales, y sus edificios se pueblan de pasillos curvos y superficies
trapezoidales y exteriores de dinámicas ondulaciones.
Ático de la casa Batlló, con utilización del arco parabólico característico de la obra de Gaudí.
En la casa Batlló, consistente en un edificio de
apartamentos, Gaudí parte de la reestructuración de una casa preexistente en un
solar modesto entre medianeras. La fachada principal presenta en las plantas de
los apartamentos una policromía iridiscente, ligeramente ondulada, lograda
gracias al revestimiento con cerámica vidriada, con predominio del color azul
verdoso. Esta técnica de revestir con trozos irregulares de diferentes colores
fue muy usual en la obra de Gaudí y recibe el nombre “trencadís”. El basamento,
planta baja y primer piso, es de arenisca gris con motivos florales, y actúa
como estructura de carga de toda la fachada. Su articulación volumétrica,
cóncava y convexa, recuerda formas óseas, que acentúan la percepción de
solidez. La fachada termina en un tejado abuhardillado que genera una
asimétrica cresta que recuerda el lomo de un dragón, y está revestido con
baldosas de cerámica vidriada de colores que van del amarillo al azul, pasando por
el verde.
Detalles del tejado con forma de lomo de dragón y de las
chimeneas que coronan el edificio, donde es posible apreciar la técnica del
trencadís.
Interior de la casa Batlló, con un importante trabajo en madera y vidrio, también creación de Gaudí, quien también diseñó todo el mobiliario.
Interior de la casa Batlló, con un importante trabajo en madera y vidrio, también creación de Gaudí, quien también diseñó todo el mobiliario.
La casa Milá, también conocida como La Pedrera (por su
parecido con una cantera), es un edificio de seis plantas, cuyos apartamentos
se ordenan alrededor de dos patios, uno de planta circular y otro oval. Toda la
estructura es metálica con un revestimiento de piedra. El gran volumen
arquitectónico de la fachada, inclinada levemente al interior en la parte
superior, provoca la sensación de una masa única. Los bloques de piedra están
sujetos a un muro interior de ladrillo a través de grapas de hierro, produciendo
una superficie ondulante. Destaca el hierro forjado de los balcones, en los que
cada barandilla es una pieza distinta, con motivos abstractos y vegetales,
caracterizados por hojas sinuosas. La terraza presenta ondulaciones en el piso, torres de ventilación
con forma espiral, y chimeneas aisladas o en grupos de tres o cuatro, todo
recubierto con trencadís blanco.
Casa Milá. Antonio Gaudí. Barcelona. 1908-1910. Esta imponente edificación se nos presenta como una gran masa escultórica. Según el proyecto original de Gaudí, que no se concretó, debía servir de peana gigantesca para entronizar la imagen de la Virgen.
Detalle de la fachada de la casa Milá.
Detalle de uno de los balcones. Los antepechos forjados fueron una creación vanguardista de un artista herrero muy vinculado a Gaudí denominado Jujol. Este trabajo fue la afirmación contundente que era posible crear esculturas en hierro, lección que aprendieron prontamente escultores como Gargallo y González.
También la azotea es una oportunidad para
los volúmenes de carácter escultórico. Las formas allí creadas cumplen
diferentes funciones: salidas de escaleras, ventiladores y chimeneas. Para los
revestimientos se empleó el trencadís, sólo que esta vez el troceado se realizó
con losetas de mármol.
Ventilador de la casa Milá. Estas formas caprichosas constituyen, según algunos autores,
antecedentes de la escultura abstracta que estaba aún por venir.
El templo de la Sagrada Familia, su obra más célebre, fue una
construcción a la que Gaudí consagró buena parte de su vida, residiendo incluso
en ella sus dos últimos años. La construcción había sido iniciada ya por otro
arquitecto. Gaudí se convirtió en su arquitecto jefe a partir de 1883 y si bien
respetó el proyecto original en lo que a planimetría se refiere, acentuó en
gran medida la verticalidad del edificio, poblándolo de elevadas torres.
Templo de la Sagrada Familia. Antonio Gaudí. Barcelona. 1883-1926.
Se trata de una iglesia de planta gótica de cruz latina, con cinco
naves en sentido longitudinal, tres de ellas en el crucero. Pese a lo amplio
del espacio, la verdadera monumentalidad estriba en las 18 torres, doce para
evocar a los Apóstoles, cuatro a los Evangelistas y dos para la Virgen y
Cristo.
Señala la autora María Antonietta Crippa: “Dado
que consideraba la iglesia como el edificio más representativo de un pueblo, se
propuso realizar en la Sagrada Familia la síntesis espacial y figurativa de su
imaginario simbólico. Por esa razón, llenó los elementos arquitectónicos de
emblemas, figuras de santos, flora y fauna catalana, y hombres de su tiempo
representando personajes bíblicos. Además seleccionó episodios bíblicos y
escritos religiosos, datos básicos de una narración escultórica con una función
didáctica” (Crippa, María Antonietta (2007) Gaudí. Editorial Taschen. Colonia,
pág. 83)Detalle de una de las fachadas, denominada del Nacimiento, realizada bajo la dirección de Gaudí.
Interior del templo, donde se aprecia el juego de luces producido por los
vitrales.
Les dejo a continuación un conjunto de fotografías tomadas por mi en un reciente viaje a Barcelona
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