La creación de Adán
Giorgio Vasari, biógrafo del artista, realizó la siguiente descripción de la escena más famosa de la capilla Sixtina: "Dios Padre es transportado por un grupo de ángeles desnudos que no parecen estar sosteniendo sólo una figura, sino todo el peso del mundo. La pintura consigue este efecto gracias a la imponente majestad del Señor y su movimiento, rodeando con un brazo a algunos de los ángeles, casi como dejándose llevar. La mano derecha, en cambio, la tiende a Adán, representado con una belleza, postura y perfilado tales que parece que el propio supremo y primigenio Hacedor lo haya vuelto a crear, y no el pincel y los dibujos de semejante hombre". Vasari describe de forma muy expresiva la situación de los ángeles que rodean al creador. Por un lado, los seres celestiales que aparecen detrás parecen portar con todas sus fuerzas su pesado cuerpo del creador a traves del aire. Por otro lado, en la parte superior del manto se ve claramente la liviandad con que están suspendidos en el aire, al lado de Dios. El pesado manto rojo se infla con el viento y adopta forma de concha, ofreciendo a sus "compañeros de viaje", protección contra los vientos. Los ángeles se agrupan en torno a Dios como si fuera un padre, con confianza y ternura. Vasari no menciona a la mujer joven que aparece entre ellos. Dios la rodea con el brazo izquierdo mientras ella observa con curiosidad cómo se despierta Adán. A esta mujer se la ha identificado como Eva, que si bien no ha sido todavía creada, sí está presente en el pensamiento de Dios y, por lo tanto, ya ha tomado forma. Adán, a quien Vasari atribuye una belleza sobrenatural, está recostado sobre un yermo pedazo de tierra y dirige su mirada atenta hacia Dios. En el gesto de Adán no se refleja en absoluto el dinamismo divino. Su mano se sostiene cansina y el dedo se levanta ligeramente. En cambio, toda la figura de Dios se encuentra en completa tensión, incluido el dedo índice extendido. De esta forma transmite energía a Adán y le otorga la vida. La mirada de Dios se dirige fija y decidida hacia su criatura. Pero el esfuerzo de la obra hace mella en su frente, donde afloran arrugas sobre las cejas fruncidas. El estilo fino y minucioso de Miguel Ángel se hace patente en los detalles del rostro así como en el pelo plateado ondeado por el viento con finas pinceladas, como si el fresco situado en el techo se pudiera ver de cerca. La composición de esta escena fue revolucionaria ya que mientras que Adán, en obras anteriores, adoptaba una postura parecida (por ejemplo en La puerta del paraíso de Ghiberti), la posición horizontal del creador supuso una novedad, dado que antes se lo había representado de pie sobre la tierra bendiciendo a Adán.También es novedosa la forma en que Dios, con el dedo, otorga la vida a su criatura. Esta invención de Miguel Ángel, que muestra con expresividad el hecho abstracto de la vivificación, se ha convertido en una de las representaciones más famosas del tema de la creación. POR ÚLTIMO DEJO ESTE ENLACE AL SITIO DEL VATICANO DESDE EL CUAL PODRÁS VISITAR LOS FRESCOS. DEMORA EN CARGAR, PERO UNA VEZ QUE LO HAYA HECHO, PODRÁS GIRAR LA IMAGEN MANTENIENDO EL BOTON PRESIONADO DEL MOUSE, A LOS EFECTOS DE APRECIAR LAS PINTURAS DE TECHO Y MUROS. http://www.vatican.va/various/cappelle/sistina_vr/index.html
viernes, 15 de abril de 2011
Miguel Ángel: los frescos de la bóveda de la capilla Sixtina
Tomado del libro de Alexandra Grömling "Miguel Ángel Buonarroti. Vida y obra", Edit. Könemann, serie Minilibros de Arte. La capilla Sixtina fue construida por encargo del papa Sixto IV (de ahí su nombre). Su principal función era servir de sala de reunión cardenalicia. Entre 1481 y 1483 fueron decorados sus muros laterales con frescos de notorios artistas de la época: Botticelli, Perugino, Roselli, Ghirlandaio (el primer maestro de Miguel Ángel), entre otros. En 1508 el papa Julio II encarga a Miguel Ángel la realización de los frescos de la bóveda, tarea que le insumió más de tres años y que se constituye hoy en una de las obras más admiradas del artista. Se trata de una superficie de 500 metros cuadrados donde Miguel Ángel ubicó nueve historias del Antiguo Testamento. Siete profetas y cinco sibilas aparecen flanqueando las historias, en las que se distribuyen alrededor de 300 figuras. La secuencia de escenas de los recuadros principales empieza junto a la pared del altar con el Génesis. Las historias bíblicas se representan alternativamente en recuadros grandes y pequeños. Los pequeños están flanqueados a los lados por figuras juveniles desnudas, llamadas ignudi, dispuestas por parejas. Estos adolescentes llevan paños o guirnaldas de hojas de encina y bellotas (el símbolo de la familia del papa Julio II), así como medallones dorados que muestran otros episodios del Antiguo Testamento. Los jóvenes desnudos adoptan distintas posturas relajadas sobre la arquitectura de piedra, de tal manera que Miguel Ángel pudo dar ejemplo de su virtuosismo en la representación corporal al reproducir múltiples variaciones de personajes sentados. En las escenas del génesis (La separación de la luz y las tinieblas, La creación de los astros, La separación de las tierras y las aguas, La creación de Adán, y La creación de Eva), creadas en la fase ulterior de la obra, las pinceladas de Miguel Ángel son cada vez más libres y enérgicas. El artista aplicó una importante técnica pictórica para cielos rasos: el escorzo. En La separación de las tierras y las aguas, que en la historia bíblica de la Creación ocurre en el segundo día, Miguel Ángel muestra el cuerpo del creador rodeado por ángeles y encogido por la perspectiva. Con los brazos extendidos e imponentes y con la cabeza hundida y vista desde abajo, Dios parece como si viniera del cielo directamente a abordar al espectador. Los ángeles que le acompañan se hallan en el interior de su abombado manto rojo con forma de embudo. Otro truco compositivo refuerza todavía más la sensación de profundidad del fresco: uno de los ángeles se vuelve y contempla el espacio dejado atrás en el vuelo.
Gracias!!!
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