París 1910-1914
Arribado a París se instala en el apartamento de un pintor
ruso en Montmartre. Frecuenta las academias La Palette y La Grande Chaumiére,
realizando ejercicios de desnudos sin mayor entusiasmo. Sí muestra entusiasmo
en su recorrido por las galerías, salones y museos (en particular el Louvre) y
por la ciudad en general, manifestando estar encantado con París. A fines de
1910 conoce al matrimonio Delaunay y también a Gleizer, Léger, Metzinger y
Lothe, y participa en círculos de discusión artística. En 1911 se instala en La
Ruche y traba gran amistad con el poeta Blaise Cendrars. También intercambia
con los poetas Max Jacob, André Salmon y Guillaume Apollinaire. En 1912 expone
3 cuadros en el Salón de los Independientes, y 3 más en el Salón de Otoño. En
el Salón de los Independientes volverá a exponer también en 1913 y 1914.
Realiza en estos años muchas obras que evocan a Rusia,
consolidándose en su vocabulario iconográfico temas y personajes del Vitebsk
natal, que son presentados como si se tratara de un cuento donde lo maravilloso
y la magia dominan la escena. También París pasa a formar parte de sus obras.
Algunas obras de este
período
Vitebsk, 1911. Aguada s/papel, 17,1 x 23,1
cm. Centro Pompidou, París.
La aguada es una técnica que Chagall descubre en París. En
estos años creó numerosas aguadas y gouaches, técnicas más accesibles que el
óleo, por sus costos, y que le permitirán al artista plasmar en el papel una y
otra vez los motivos que está definiendo en esta etapa como metáforas visuales
que acompañarán su obra toda su vida. En este caso aparece Vitebsk como motivo,
con sus cúpulas, y cercas y casas de madera del shtetl, sobre las que Chagall reafirma su condición de pintor.
La habitación amarilla, 1911. Óleo s/lienzo, 84,2 x 112 cm.
Fundación Beyeler, Basilea.
Converge en esta obra el impacto que el cubismo ha tenido
sobre las búsquedas que desde lo formal caracterizaron a Chagall en estos años.
Pero esta perspectiva y forma distorsionada está al servicio de la narración
que de su mundo personal realiza el artista: la presencia de Vitebsk, la cabra,
el samovar, dan cuenta de esto. Es claro el dominio de lo irracional: la mujer
y su cabeza girada, los objetos que se mueven.
Nieve, invierno en
Vitebsk, 1911.
Gouache s/cartulina, 47,9 x 60,3 cm. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.
Esta obra forma parte de la serie de gouaches que Chagall
pintó en París en estos años que se conocen como “Recuerdos rusos”. Incluyen
varias vistas nocturnas de los suburbios de Vitebsk. Una hilera de coloridas
casas de madera con techos altos separa el cielo nocturno de la llanura nevada
en la que los adultos tiran de los niños en trineos. Las cúpulas de una de las
numerosas iglesias de Vitebsk se elevan en el extremo derecho. Los colores
luminosos y los acentos ingenuos de esta imagen son tomados del arte popular
ruso. La figura en el centro de la composición con sus botas y pantalones
holgados y una blusa estampada, tiene toda la elegancia de un bailarín de los
ballets rusos de Dighialev.
Yo y el pueblo, 1911. Óleo s/lienzo 192,1 x 151,4
cm. MoMA, Nueva York.
En el centro de esta pintura, los rostros de un cordero y un
hombre se encuentran, sus pupilas conectadas por una débil e irregular línea
blanca. Los contornos de sus narices, mejillas y barbillas forman la base de un
conjunto de diagonales entre formas fragmentadas. A esta pareja central se unen
figuras flotantes y viñetas que se intercalan, oníricas, a lo largo de la composición: a la
izquierda una mujer ordeña una vaca, arriba aparece una cara flotante en la
entrada de una iglesia, una hilera de casas tiene dos que están boca abajo.
Hay
influencia del cubismo (en la intencionalidad de ordenar el espacio), pero
también del fauvismo y del orfismo. Los colores fantásticos son un importante
componente de estas imágenes folclóricas procedentes de sus recuerdos de
Vitebsk. El título del cuadro fue proporcionado por Blaise Cendrars, evocando
la relación del artista con su hogar. La composición es radial, manifestándose
la influencia de Delaunay, artista muy cercano a Chagall. En cada uno de los
sectores en que está dividido el cuadro aparecen representados el hombre
enfrentado a la bestia, la naturaleza, a través de una rama, y la civilización
a través de la aldea. La forma en que se representan las figuras dan cuenta de
una realidad que trasciende el mundo visible para aludir a un universo
imaginado a través de recuerdos devenidos en símbolos.
La boda, 1911-12. Óleo s/lienzo, 99,5 x
188,5 cm. Centro Pompidou, París.
Es un cuadro en formato horizontal que permite el desarrollo
de la comitiva y la narración. Se trata de una boda tradicional rusa, los
músicos se ubican a la cabeza con el rabino que oficiará la ceremonia, luego
siguen los novios y los acompañantes. También se acercan algunos vecinos del pueblo
observando el paso de los personajes. Es una composición inspirada en el
cubismo, pero el uso de colores vibrantes, vivos e intensos la aproxima también
al fauvismo y a las composiciones orfistas de Robert Delaunay.
El violinista, 1911-14. Óleo s/lienzo, 94,5 x 69,5
cm. Colección de Arte de Renania del Norte – Westfalia, Düsseldorf.
El cuadro está estructurado alrededor de un sendero que le
proporciona unidad espacial y escénica. El violinista en rojo, detrás del cual
un niño pordiosero mendiga una limosna, es la figura dominante.
Tradicionalmente guía procesiones de bodas judías. Por ello, las dos figuras en
segundo plano pueden ser interpretadas como una pareja de recién casados. El
sólido equilibrio es alterado por el uso de los colores que proporcionan a la
escena rasgos imaginarios, de representación, de fantasía, de construcción
ideada.
París a través de la
ventana, 1913. Óleo
s/lienzo, 136 x 141,9 cm. Museo Solomon R. Guggenheim, Nueva York
Se trata de otra obra con influencia del cubismo, pero sobre
todo de Delaunay y el orfismo. Se caracteriza por planos semitransparentes
superpuestos en el cielo, de vivos colores. Aparece la Torre Eiffel, influencia
también de Delaunay ya que es un tema frecuente en sus obras, con la que
Chagall introduce una metáfora de París y la modernidad. También el
paracaidista, cuyo primer salto exitoso fue precisamente en 1912, puede
interpretarse como una señal de modernidad. Pero hay también referencias a
Vitebsk, en la pareja con trajes típicos de la shtetl. La figura de Jano ha
sido interpretada como el artista mirando al oeste, a un nuevo hogar en
Francia, y al este, a Rusia.
Volvemos a estar en presencia de una evocación
lírica, similar a la poesía plástica de Cendrars y Apollinaire, poetas que
admiraron y se maravillaron con la pintura de Chagall.
El regreso a Vitebsk y
la larga estadía en Rusia
En 1914, Herwarth Walden, mentor del expresionismo y editor
de “Der Sturm”, presenta en su galería en Berlín la primera exposición
individual de Chagall. Éste había conocido a Walden a través de Apollinaire y
en junio viaja a Berlín con 40 lienzos y 160 aguadas. El 13 de junio de 1914,
luego de inaugurada la muestra, Chagall parte a Vitebsk para asistir a la boda
de su hermana y ver a Bella Rosenfeld, su prometida. El viaje previsto por unas
semanas, va a extenderse a raíz del estallido de la Primera Guerra Mundial. El
cierre de fronteras va a llevar al artista a permanecer seis años en Vitebsk y
luego dos años más en Moscú. En 1915 contrae matrimonio con Bella y en 1916
nace Ida, su hija. En estos años pinta sobre su ciudad, su paisaje y su gente.
Gana reconocimiento en su país, exponiendo en Moscú y en San Petersburgo.
Sobre Vitebsk, 1914. Óleo, gouache, grafito y
tinta s/papel, 31,4 x 40 cm. Museo de Arte de Filadelfia.
La pintura juega con la expresión idish de un mendigo que se mueve de puerta en puerta, er geyt iber di hayzer, que se traduce
como “camina sobre las casas”. Este giro caprichoso de la frase permitió a Chagall
transformar una escena de Vitebsk en invierno, que de otro modo sería
naturalista, mediante la adición de un extraño personaje aerotransportado con
un saco en la espalda, cuya presencia otorga a la composición un aire de
ensoñación, de irrealidad.
El diario de Smolensk, 1914. Óleo s/papel y lienzo, 38 x
50,5 cm. Museo de Arte de Filadelfia.
“Voina”, guerra, es la única palabra descifrable en la
primera página del “Diario de Smolensk”. La conversación de los dos hombre
parece girar en torno a la matanza que amenaza a Europa. El viejo judío apoya
sus brazos sobre la mesa con un gesto de preocupación. Piensa quizá en el
reclutamiento forzoso impuesto a su pueblo por los regímenes zaristas desde que
tiene memoria. Su compañero de mesa tampoco se muestra entusiasmado. Sus ropas
y sombreros revelan en él al burgués, se le ve perturbado, con una mano en la
frente. Del cuadro emanan congoja y angustia.
El judío en verde, 1914. Óleo s/cartón, 100,5 x 81,5
cm. Museo de Arte de Basilea
El judío en rojo, 1914. Óleo s/cartón, 101 x 81 cm.
Museo de Arte de Basilea
El judío en negro y
blanco, 1914. Óleo
s/cartón 101 x 80 cm. Museo de Arte de Basilea
Los tres retratos monumentales de judíos son en realidad
retratos de mendigos errantes de Vitebsk que Chagall llevó a su estudio como
modelos. El de verde representa a un viejo predicador itinerante. Inclinado,
con una cabeza pesada y de gran tamaño, se sienta cerca del espectador y da una
imagen de pobreza y humildad muda. El texto en hebreo contiene citas bíblicas
que el judío parece estar murmurando, con el ojo izquierdo entrecerrado, medio
dormido. El rojo representa la figura literaria del judío eternamente errante Ahasver, símbolo del pueblo sin hogar de
Israel. Es una generalización, la imagen por tanto adquiere un carácter
arquetípico. El judío en blanco y negro aparece digno y en ropa ritual.
Consiste en un chal de oración, filacterias y los hilos en la mano derecha.
Según señala el mismo Chagall, el extraño lleva la ropa de su devoto padre.
A través de las penurias, la soledad y la desesperación que
reflejan estos personajes, cobra fuerza el destino del pueblo judío.
El cumpleaños, 1915. Óleo s/cartón, 80,6 x 99,7
cm. MoMA, Nueva York.
Esta obra forma parte de toda una serie de retratos del
artista y Bella, realizados en estos años. Con minuciosidad reprodujo Chagall
los motivos del paño sobre el diván, la decoración del mantel, y se tomó el
trabajo de reproducir exactamente los muebles del cuarto. Evidentemente el amor
que trasciende el cuadro existe en la realidad y no como una visión de la amada
desde París. La alada ingravidez que caracteriza a la pareja del cuadro es en realidad sólo la transcripción visual
de las metáforas, la reformulación fiel a su significado de una imagen verbal
en una imagen pintada.
La casa gris, 1917. Óleo s/lienzo, 68 x 74 cm.
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid.
En esta pintura Chagall vuelve a crear una vista de Vistebsk.
Al fondo se recorta el casco histórico de la ciudad, con la catedral de la
Asunción. En el primer plano aparece una de las típicas casas de madera de la
ciudad. Forma parte de la serie que el artista denominó “documentos”: pinturas
sobre paisajes y gentes de Vitebsk, donde se alternan algunas alegres y
optimistas, como El cumpleaños, y otras apocalípticas como esta. Se trata de una
representación bastante naturalista, aunque con ciertos elementos tomados del
cubismo, como la perspectiva irreal y los distintos planos. Los cielos sinuosos
otorgan al cuadro una atmósfera onírica, fantástica.
Todo aparece inundado de
una tristeza nostálgica, dada por el abandono de la cabaña y la figura de la
izquierda sobre la esquina inferior que en un sugestivo gesto se lleva las
manos al pecho.
El mercado, Vitebsk, 1917. Óleo s/lienzo, 66 x
97 cm. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.
Mostrando una plaza pública, el cuadro contrasta la opulenta
catedral barroca con los modestos escaparates y puestos. El pintor emplea una
perspectiva dramática y utiliza los planos y ángulos de los edificios que se
cruzan para mover el ojo del espectador de manera juguetona a lo largo de la
escena.
Chagall y la revolución rusa
Como muchos rusos, Chagall manifiesta desde el principio
simpatías por la revolución de 1917. A esa altura ya es un artista reconocido.
En 1918 publican el primer libro que recopila su trabajo. También en ese año se
le designa para el cargo de Comisario de Bellas Artes de Vitebsk, con tareas
vinculadas a la organización de una escuela de arte, exposiciones, museos,
bibliotecas, etc. Chagall emprende con entusiasmo su tarea, dejando su labor
pictórica en un segundo plano. Llegan a Vitebsk reconocidos artistas, entre
ellos Malevich con quien Chagall mantiene serias diferencias en cuanto a la
propuesta estética, diferencias que lo llevan a dimitir a su cargo en 1920 y
trasladarse a Moscú, ciudad en la que permanecerá hasta 1922.
Profesores de la Escuela Popular de Arte de Vitebsk, 1919. Chagall es el tercero desde la izquierda.
En estos años de 1920 a 1922, en
los que padece penurias económicas, trabaja para el Teatro Judío de Moscú,
realizando decorados, figurines y pinturas murales. Las paulatinas exigencias
del gobierno revolucionario sobre el uso del arte al servicio de la política,
tensionan su relación con las autoridades que no tiene un buen concepto del
arte de Chagall. En 1922 escribe “Mi vida”, un relato autobiográfico a partir
del que se percibe cómo sus recuerdos de Vitebsk y la comunidad judía jasídica
han alimentado toda su creación artística. En este año decide abandonar Rusia y
regresar a Berlín.