sábado, 24 de abril de 2021
Ciclo de Charlas sobre Art Nouveau
miércoles, 21 de abril de 2021
Marc Chagall: una pintura cargada de poesía, evocación y fantasía
Prof. Mónica Salandrú
Parte 1: La primera etapa parisina y el período ruso hasta 1922
Marc Chagall es tal vez el más conocido y popular de los
artistas rusos del siglo XX. Su obra está cargada de una gran originalidad,
difícilmente clasificable. Fue creador de un lenguaje plástico propio,
manteniéndose al margen de todas las vanguardias de principios del siglo XX. Se
nutrió de las tradiciones religiosas y culturales judías entre las que
transcurrió su infancia y juventud, pero manifestó siempre una aspiración
violenta a la libertad de pintar y de expresar lo universal. En sus pinturas
funde realidad y fantasía, los recuerdos de su niñez y de las tradiciones de su
pueblo se tradujeron en la transfiguración de lo visto en un cuento
maravilloso.
Sus inicios
Moshe Segal nació el 7 de julio de 1887 en Vitebsk, aldea bielorrusa que formaba parte por entonces del Imperio Ruso. A lo largo de los años de infancia y juventud de Chagall, Vitebsk vivió los comienzos de un proceso de industrialización, convirtiéndose en un centro ferroviario a partir del cual avanzó la arquitectura y urbanización que la convertirían de aldea en una ciudad de unos 50.000 habitantes, la mitad de ellos judíos. La familia de Chagall era pobre, su padre trabajaba en la tienda de un comerciante de arenques y su madre se ocupaba de un pequeño negocio de comestibles. Fue el mayor de nueve hermanos y toda la vida familiar giraba al ritmo de la comunidad judía, la shtetl, en torno a una economía rural y doméstica, caracterizada por la vida en casas de madera con corrales, en los alrededores del centro de Vitebsk. El judaísmo practicado en esta aldea es el denominado judaísmo jasídico, caracterizado por una interpretación mística del judaísmo ortodoxo. Para el jasidismo Dios está en todas partes y el hombre puede comunicarse con él. Lo caracteriza la influencia de la Cábala, la vida en comunidades, la observación estricta de la ley judía así como el seguimiento de los dictámenes y recomendaciones del rabino. Los cantos, la música del violín y la lectura de la Biblia, actividades cotidianas de esta comunidad, rodearon la infancia de Chagall. Concurrió al jéder, la escuela judía elemental, y con 13 años ingresó a la escuela municipal de Vitebsk. Esto se debió a la voluntad de la madre que buscó que pudiera seguir su formación, ya que la mayoría de los niños judíos una vez que egresaban del jéder debían comenzar a trabajar en forma inmediata. Esto le permitió un contacto con otras formas culturales, así como aprender ruso (la lengua hablada en la shtetl es el idish), participando la tensión que se vivía en el medio rural, en el seno de estas comunidades, entre la observancia de la tradición judía y la imitación del modelo ruso. En 1906 comienza a tomar clases de dibujo y pintura con el artista Yejuda Pen, autor de escenas costumbristas y retratos. Con esta actividad continúa su distanciamiento de la observancia de las tradiciones jasídicas, rompiendo definitivamente con éstas al trasladarse en 1907 a San Petersburgo para proseguir con su formación como pintor. Consigue un permiso de residencia (obligatorio para los judíos en las ciudades rusas, ya que el lugar de éstos se fijaba en las shtetl establecidas por el Imperio) y debe trabajar en distintos empleos para asegurarse su manutención. No es admitido en la Academia pero va a ingresar en la escuela de la Sociedad Imperial para la protección de las Bellas Artes, abandonándola en 1908 por su insatisfacción con una enseñanza académica que no es de su agrado. En los meses siguientes va a comenzar a estudiar con el pintor León Bakst, colaborador de Diáguilev, con el que va a gozar de un poco más de libertad para explorar la pintura que él sueña. En 1909 conoce a Bella Rosenfeld, quien años más tarde se convertirá en su esposa y musa hasta su muerte en la década de 1940. En agosto de 1910 emprende viaje a París.
París 1910-1914
Arribado a París se instala en el apartamento de un pintor
ruso en Montmartre. Frecuenta las academias La Palette y La Grande Chaumiére,
realizando ejercicios de desnudos sin mayor entusiasmo. Sí muestra entusiasmo
en su recorrido por las galerías, salones y museos (en particular el Louvre) y
por la ciudad en general, manifestando estar encantado con París. A fines de
1910 conoce al matrimonio Delaunay y también a Gleizer, Léger, Metzinger y
Lothe, y participa en círculos de discusión artística. En 1911 se instala en La
Ruche y traba gran amistad con el poeta Blaise Cendrars. También intercambia
con los poetas Max Jacob, André Salmon y Guillaume Apollinaire. En 1912 expone
3 cuadros en el Salón de los Independientes, y 3 más en el Salón de Otoño. En
el Salón de los Independientes volverá a exponer también en 1913 y 1914.
Realiza en estos años muchas obras que evocan a Rusia, consolidándose en su vocabulario iconográfico temas y personajes del Vitebsk natal, que son presentados como si se tratara de un cuento donde lo maravilloso y la magia dominan la escena. También París pasa a formar parte de sus obras.
Algunas obras de este
período
La aguada es una técnica que Chagall descubre en París. En
estos años creó numerosas aguadas y gouaches, técnicas más accesibles que el
óleo, por sus costos, y que le permitirán al artista plasmar en el papel una y
otra vez los motivos que está definiendo en esta etapa como metáforas visuales
que acompañarán su obra toda su vida. En este caso aparece Vitebsk como motivo,
con sus cúpulas, y cercas y casas de madera del shtetl, sobre las que Chagall reafirma su condición de pintor.
Converge en esta obra el impacto que el cubismo ha tenido
sobre las búsquedas que desde lo formal caracterizaron a Chagall en estos años.
Pero esta perspectiva y forma distorsionada está al servicio de la narración
que de su mundo personal realiza el artista: la presencia de Vitebsk, la cabra,
el samovar, dan cuenta de esto. Es claro el dominio de lo irracional: la mujer
y su cabeza girada, los objetos que se mueven.
Esta obra forma parte de la serie de gouaches que Chagall
pintó en París en estos años que se conocen como “Recuerdos rusos”. Incluyen
varias vistas nocturnas de los suburbios de Vitebsk. Una hilera de coloridas
casas de madera con techos altos separa el cielo nocturno de la llanura nevada
en la que los adultos tiran de los niños en trineos. Las cúpulas de una de las
numerosas iglesias de Vitebsk se elevan en el extremo derecho. Los colores
luminosos y los acentos ingenuos de esta imagen son tomados del arte popular
ruso. La figura en el centro de la composición con sus botas y pantalones
holgados y una blusa estampada, tiene toda la elegancia de un bailarín de los
ballets rusos de Dighialev.
En el centro de esta pintura, los rostros de un cordero y un hombre se encuentran, sus pupilas conectadas por una débil e irregular línea blanca. Los contornos de sus narices, mejillas y barbillas forman la base de un conjunto de diagonales entre formas fragmentadas. A esta pareja central se unen figuras flotantes y viñetas que se intercalan, oníricas, a lo largo de la composición: a la izquierda una mujer ordeña una vaca, arriba aparece una cara flotante en la entrada de una iglesia, una hilera de casas tiene dos que están boca abajo.
Hay influencia del cubismo (en la intencionalidad de ordenar el espacio), pero también del fauvismo y del orfismo. Los colores fantásticos son un importante componente de estas imágenes folclóricas procedentes de sus recuerdos de Vitebsk. El título del cuadro fue proporcionado por Blaise Cendrars, evocando la relación del artista con su hogar. La composición es radial, manifestándose la influencia de Delaunay, artista muy cercano a Chagall. En cada uno de los sectores en que está dividido el cuadro aparecen representados el hombre enfrentado a la bestia, la naturaleza, a través de una rama, y la civilización a través de la aldea. La forma en que se representan las figuras dan cuenta de una realidad que trasciende el mundo visible para aludir a un universo imaginado a través de recuerdos devenidos en símbolos.Es un cuadro en formato horizontal que permite el desarrollo
de la comitiva y la narración. Se trata de una boda tradicional rusa, los
músicos se ubican a la cabeza con el rabino que oficiará la ceremonia, luego
siguen los novios y los acompañantes. También se acercan algunos vecinos del pueblo
observando el paso de los personajes. Es una composición inspirada en el
cubismo, pero el uso de colores vibrantes, vivos e intensos la aproxima también
al fauvismo y a las composiciones orfistas de Robert Delaunay.
El cuadro está estructurado alrededor de un sendero que le
proporciona unidad espacial y escénica. El violinista en rojo, detrás del cual
un niño pordiosero mendiga una limosna, es la figura dominante.
Tradicionalmente guía procesiones de bodas judías. Por ello, las dos figuras en
segundo plano pueden ser interpretadas como una pareja de recién casados. El
sólido equilibrio es alterado por el uso de los colores que proporcionan a la
escena rasgos imaginarios, de representación, de fantasía, de construcción
ideada.
Se trata de otra obra con influencia del cubismo, pero sobre todo de Delaunay y el orfismo. Se caracteriza por planos semitransparentes superpuestos en el cielo, de vivos colores. Aparece la Torre Eiffel, influencia también de Delaunay ya que es un tema frecuente en sus obras, con la que Chagall introduce una metáfora de París y la modernidad. También el paracaidista, cuyo primer salto exitoso fue precisamente en 1912, puede interpretarse como una señal de modernidad. Pero hay también referencias a Vitebsk, en la pareja con trajes típicos de la shtetl. La figura de Jano ha sido interpretada como el artista mirando al oeste, a un nuevo hogar en Francia, y al este, a Rusia.
Volvemos a estar en presencia de una evocación lírica, similar a la poesía plástica de Cendrars y Apollinaire, poetas que admiraron y se maravillaron con la pintura de Chagall.
El regreso a Vitebsk y
la larga estadía en Rusia
En 1914, Herwarth Walden, mentor del expresionismo y editor
de “Der Sturm”, presenta en su galería en Berlín la primera exposición
individual de Chagall. Éste había conocido a Walden a través de Apollinaire y
en junio viaja a Berlín con 40 lienzos y 160 aguadas. El 13 de junio de 1914,
luego de inaugurada la muestra, Chagall parte a Vitebsk para asistir a la boda
de su hermana y ver a Bella Rosenfeld, su prometida. El viaje previsto por unas
semanas, va a extenderse a raíz del estallido de la Primera Guerra Mundial. El
cierre de fronteras va a llevar al artista a permanecer seis años en Vitebsk y
luego dos años más en Moscú. En 1915 contrae matrimonio con Bella y en 1916
nace Ida, su hija. En estos años pinta sobre su ciudad, su paisaje y su gente.
Gana reconocimiento en su país, exponiendo en Moscú y en San Petersburgo.
Sobre Vitebsk, 1914. Óleo, gouache, grafito y
tinta s/papel, 31,4 x 40 cm. Museo de Arte de Filadelfia.
La pintura juega con la expresión idish de un mendigo que se mueve de puerta en puerta, er geyt iber di hayzer, que se traduce
como “camina sobre las casas”. Este giro caprichoso de la frase permitió a Chagall
transformar una escena de Vitebsk en invierno, que de otro modo sería
naturalista, mediante la adición de un extraño personaje aerotransportado con
un saco en la espalda, cuya presencia otorga a la composición un aire de
ensoñación, de irrealidad.
El diario de Smolensk, 1914. Óleo s/papel y lienzo, 38 x
50,5 cm. Museo de Arte de Filadelfia.
“Voina”, guerra, es la única palabra descifrable en la
primera página del “Diario de Smolensk”. La conversación de los dos hombre
parece girar en torno a la matanza que amenaza a Europa. El viejo judío apoya
sus brazos sobre la mesa con un gesto de preocupación. Piensa quizá en el
reclutamiento forzoso impuesto a su pueblo por los regímenes zaristas desde que
tiene memoria. Su compañero de mesa tampoco se muestra entusiasmado. Sus ropas
y sombreros revelan en él al burgués, se le ve perturbado, con una mano en la
frente. Del cuadro emanan congoja y angustia.
El judío en verde, 1914. Óleo s/cartón, 100,5 x 81,5
cm. Museo de Arte de Basilea
El judío en rojo, 1914. Óleo s/cartón, 101 x 81 cm.
Museo de Arte de Basilea
Los tres retratos monumentales de judíos son en realidad
retratos de mendigos errantes de Vitebsk que Chagall llevó a su estudio como
modelos. El de verde representa a un viejo predicador itinerante. Inclinado,
con una cabeza pesada y de gran tamaño, se sienta cerca del espectador y da una
imagen de pobreza y humildad muda. El texto en hebreo contiene citas bíblicas
que el judío parece estar murmurando, con el ojo izquierdo entrecerrado, medio
dormido. El rojo representa la figura literaria del judío eternamente errante Ahasver, símbolo del pueblo sin hogar de
Israel. Es una generalización, la imagen por tanto adquiere un carácter
arquetípico. El judío en blanco y negro aparece digno y en ropa ritual.
Consiste en un chal de oración, filacterias y los hilos en la mano derecha.
Según señala el mismo Chagall, el extraño lleva la ropa de su devoto padre.
A través de las penurias, la soledad y la desesperación que
reflejan estos personajes, cobra fuerza el destino del pueblo judío.
El cumpleaños, 1915. Óleo s/cartón, 80,6 x 99,7
cm. MoMA, Nueva York.
Esta obra forma parte de toda una serie de retratos del artista y Bella, realizados en estos años. Con minuciosidad reprodujo Chagall los motivos del paño sobre el diván, la decoración del mantel, y se tomó el trabajo de reproducir exactamente los muebles del cuarto. Evidentemente el amor que trasciende el cuadro existe en la realidad y no como una visión de la amada desde París. La alada ingravidez que caracteriza a la pareja del cuadro es en realidad sólo la transcripción visual de las metáforas, la reformulación fiel a su significado de una imagen verbal en una imagen pintada.
La casa gris, 1917. Óleo s/lienzo, 68 x 74 cm.
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid.
En esta pintura Chagall vuelve a crear una vista de Vistebsk. Al fondo se recorta el casco histórico de la ciudad, con la catedral de la Asunción. En el primer plano aparece una de las típicas casas de madera de la ciudad. Forma parte de la serie que el artista denominó “documentos”: pinturas sobre paisajes y gentes de Vitebsk, donde se alternan algunas alegres y optimistas, como El cumpleaños, y otras apocalípticas como esta. Se trata de una representación bastante naturalista, aunque con ciertos elementos tomados del cubismo, como la perspectiva irreal y los distintos planos. Los cielos sinuosos otorgan al cuadro una atmósfera onírica, fantástica.
Todo aparece inundado de
una tristeza nostálgica, dada por el abandono de la cabaña y la figura de la
izquierda sobre la esquina inferior que en un sugestivo gesto se lleva las
manos al pecho.
El mercado, Vitebsk, 1917. Óleo s/lienzo, 66 x
97 cm. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.
Mostrando una plaza pública, el cuadro contrasta la opulenta
catedral barroca con los modestos escaparates y puestos. El pintor emplea una
perspectiva dramática y utiliza los planos y ángulos de los edificios que se
cruzan para mover el ojo del espectador de manera juguetona a lo largo de la
escena.
Chagall y la revolución rusa
Como muchos rusos, Chagall manifiesta desde el principio simpatías por la revolución de 1917. A esa altura ya es un artista reconocido. En 1918 publican el primer libro que recopila su trabajo. También en ese año se le designa para el cargo de Comisario de Bellas Artes de Vitebsk, con tareas vinculadas a la organización de una escuela de arte, exposiciones, museos, bibliotecas, etc. Chagall emprende con entusiasmo su tarea, dejando su labor pictórica en un segundo plano. Llegan a Vitebsk reconocidos artistas, entre ellos Malevich con quien Chagall mantiene serias diferencias en cuanto a la propuesta estética, diferencias que lo llevan a dimitir a su cargo en 1920 y trasladarse a Moscú, ciudad en la que permanecerá hasta 1922.
Profesores de la Escuela Popular de Arte de Vitebsk, 1919. Chagall es el tercero desde la izquierda.
En estos años de 1920 a 1922, en
los que padece penurias económicas, trabaja para el Teatro Judío de Moscú,
realizando decorados, figurines y pinturas murales. Las paulatinas exigencias
del gobierno revolucionario sobre el uso del arte al servicio de la política,
tensionan su relación con las autoridades que no tiene un buen concepto del
arte de Chagall. En 1922 escribe “Mi vida”, un relato autobiográfico a partir
del que se percibe cómo sus recuerdos de Vitebsk y la comunidad judía jasídica
han alimentado toda su creación artística. En este año decide abandonar Rusia y
regresar a Berlín.
viernes, 16 de abril de 2021
Constantin Brancusi: la búsqueda de lo esencial
Prof. Mónica Salandrú
En el marco de la renovación escultórica que caracteriza a las
primeras décadas del siglo XX, Brancusi es una figura fundamental. Con él la
escultura abandona la narración (característica fundamental de la escultura del
siglo XIX, aún presente en el escultor más importante de estos años: Auguste
Rodin) exigiendo al espectador una nueva forma de mirar. La anécdota deja de tener relevancia, siendo sustituida por el volumen, el espacio, la masa, la
superficie, la textura, el ritmo.
Datos esenciales:
Nace en 1876 en una localidad rural de Rumania. Hijo de campesinos pobres, debe trabajar desde muy temprano. Hereda del medio en que creció, la realización de tallas de madera. Aprende a leer y escribir solo, cuando tenía cerca de 20 años. Entre 1894 y 1898 asiste a la Escuela de Artes y Oficios de Craiova, y entre 1898 y 1901 a la Escuela Nacional de Bellas Artes de Bucarest. En 1904 llega a París, debiendo trabajar para poder estudiar. En esos años están impactando entre los artistas que habitan esta ciudad, la escultura ibérica, la cicládica, las tallas en madera procedente de África y Oceanía, entre otras creaciones de lo que los contemporáneos denominaron “arte primitivo” y que les atraía poderosamente en el marco de un ambiente marcado por la insatisfacción con la tradición. En 1907 Brancusi expone cuatro esculturas en el Grand Palais, en el 17° Salón de la Sociedad Nacional de Bellas Artes, obras que presentan una fuerte influencia de Rodin. Éste le propone trabajar con él, pero Brancusi rechaza el ofrecimiento (“Nada crece a la sombra de un gran árbol”, argumenta). Entre 1909 y 1910 coincide en La Ruche con Modigliani, emprendiendo ambos un trabajo en paralelo, en la búsqueda de un lenguaje nuevo que diera cuenta de nuevas formas de presentar la materia y de nuevas formas de representación. En estos años y en los siguientes va a permanecer cercano a Picasso, Derain y Matisse, y va a desarrollar una importante amistad con Duchamp, Tristan Tzara y Man Ray. En 1912 obtiene el primer premio en el Salón Oficial de Bucarest, y participa en el Salón de los Independientes de París. En 1913 expone en Nueva York, Chicago y Boston. Para 1924 ya goza de un reconocimiento mundial. Entre 1926 y 1928 realiza varios viajes a los Estados Unidos, consolidándose su figura a través de exposiciones y adquisiciones que de su obra realizan los principales museos de este país. En 1952 dona al Museo de Arte Moderno de París su taller y cien esculturas (de un total de cerca de 200 realizadas por el artista). En 1955 el Guggenheim de Nueva York realiza una retrospectiva de su obra. Fallece en París en 1957.
Características
generales de su propuesta artística:
Confluyen en la obra de Brancusi las influencias tanto del arte primitivo como del arte tradicional rumano. Los materiales que utilizó fueron piedra caliza, mármol, bronce, madera y yeso. Su obra evolucionó hacia un estilo muy personal, con una eliminación de los detalles, lindando casi con la abstracción. Pero se mantuvo dentro de lo figurativo, liberándose de la imitación clásica y buscando la esencia de la forma, pura y elemental. Para esto se expresó a través de una serie de figuras repetidas (el pájaro, el huevo, las cabezas femeninas), resaltando el pulido de los materiales (bronce, mármol, madera) y recurriendo a formas arquetípicas como el cilindro, la pirámide y, sobre todo, la esfera ovalada.
Algunas de sus obras:
Esta obra constituye un momento fundamental en la renovación
que la escultura está presentando en esos inicios del siglo XX. En este sentido
se la considera una obra fundacional, a partir de la forma elemental y de la
talla directa. Ha desaparecido la anécdota, todo el fundamento de esta obra reposa
en sus componentes escultóricos: volumen, masa, textura y sencillez
compositiva. Influido por la escultura primitiva recurre a la talla directa.
Una línea separa, y une, las figuras, sin desprenderlas del bloque, acentuando
así el volumen. Los rasgos descriptivos son arquetípicos: los surcos del
cabello, la almendra de los ojos, la incisión de la boca, la rotundidad del
pecho femenino. Impacta al espectador por la fuerza del abrazo, constituyendo
una imagen potente. Constituyó un manifiesto del Brancusi escultor frente al
Rodin moldeador.
Musa durmiente, 1910. Bronce, 16,1 x 27,7 x 19,3 cm.
The Art Institute of Chicago.
Con esta cabeza como una forma ovoide, unitaria, separada del cuerpo, Brancusi nos muestra sus búsquedas de las formas primigenias, puras. Se trata de un fundido de bronce a partir de una talla directa en piedra. El escultor nos la presenta, nos revela una forma que estaba oculta en el bloque y él ha develado. Une la materialidad (que antes era algo puramente formal) con lo significativo. Con esta forma Brancusi explora su forma arquetípica más significativa: la esfera ovalada, el huevo.
Musa durmiente, 1910. Mármol, 17,8 x 29,2 x 20,3 cm. Smithsonian Institution, Washington D.C.Maiastra, 1910-1912. Mármol blanco y piedra
caliza, 55,9 cm (mármol) 177,8 cm (base). MoMA, Nueva York
Esta escultura imponente de más de dos metros de altura,
presenta cuatro partes distintas. La base, de piedra toscamente labrada, Brancusi
la había expuesto de manera independiente en 1908 con el título “Doble
cariátide”. Encaramado en lo alto un pájaro de mármol ha sido reducido a sus
características básicas: cuerpo ovoide, cuello alargado, pico abierto y una
pluma a modo de cola. El nombre “Maiastra” remite a una criatura mágica de
cuento de hadas rumano. Es la primera vez que presenta al pájaro, tema
recurrente luego en su obra. La superficie pulida y redondeada del pájaro
contrasta con los ángulos de los dos bloques de caliza de la base y con la
talla esquemática. Este contraste encarnaba el diálogo perpetuo entre la dimensión
espiritual y la realidad cotidiana. Con respecto a la base, Brancusi creía que
era esencial en toda escultura. Experimentó con variedad de formas y materiales
para luego ir seleccionando las bases. Incorporó la documentación fotográfica
del trabajo, consideraba que éste no se agotaba con el producto presentado sino
que era todo el proceso el que debía considerarse. De ahí que con la ayuda de
Man Ray montó en su taller un laboratorio fotográfico que le facilitó esa tarea
de documentación.
Maiastra, 1912. Latón s/base de piedra
caliza, 73 x 20 x 20 cm. Museo Solomon Guggenheim, Nueva York
Brancusi realizó cerca de treinta esculturas con la temática
de aves, y siete versiones de “Maiastra”. Este nombre (en rumano maestro o
jefe) refiere a un pájaro mágico presente en los cuentos populares rumanos, que
se muestra benéfico y con un plumaje deslumbrante. El escultor manifestó
siempre inclinaciones místicas, herederas de las supersticiones arraigadas en
el medio rural rumano. El plumaje deslumbrante lo representa a través del
brillo del bronce. El canto parece salir del monumental pecho hinchado, que se
acompaña de un cuello arqueado y un pico abierto. El pájaro parece posarse suavemente
sobre la base.
La hechicera, 1916-1924. Nogal s/base de piedra
caliza. 113,7 x 49,5 x 64,8 cm. Museo Solomon Guggenheim, Nueva York.
En madera Brancusi hizo tallados más expresionistas. Mientras
que con la piedra o el metal representa las figuras arquetípicas (pájaros en
vuelo, cabezas ovoides), las obras en madera son personajes específicos o
entidades espirituales. En sus tallas en madera confluyen la influencia del
arte primitivo, las tallas de Gauguin y el arte tradicional rumano,
caracterizado por la talla de postes para puertas y pilares ornamentales. El
título La hechicera alude a la bruja voladora de los cuentos campesinos
rumanos, pero es de destacar que Brancusi nunca aclaró las fuentes visuales de
sus diseños, ya que prefirió cultivar el misterio.
Reactivación del blog! Bienvenidos a las novedades
Después de más de seis años y medio de inactividad en el blog, hemos vuelto a él para seguir generando entradas con información, novedades, comentarios, recursos, etc., en relación a la Historia del Arte. Espero nos acompañen en esta nueva etapa, un saludo a todos!
Mónica Salandrú