Ernesto Neto es un artista plástico brasilero cuya producción se sitúa entre la escultura y la instalación. Para muchos críticos es uno de los artistas latinoamericanos contemporáneos más sobresalientes, heredero del denominado “neoconcretismo” brasilero (donde figuras como Lygia Clark, Lygia Pape y Hélio Oiticica partiendo del lenguaje geométrico abstracto de los maestros europeos, lo trascendieron al introducir en sus obras el lenguaje corporal y la vida cotidiana).
Nació en Río de Janeiro en
1964, ciudad en la que vive y trabaja.
Su obra se caracteriza por crear espacios, muchos de ellos laberínticos,
a los efectos que el espectador pueda apropiárselos, volviéndolo así partícipe de la creación
artística. Quienes visitan sus instalaciones, que generalmente ocupan todo el
recinto de la exposición, son invitados a ingresar en ellas, a transitarlas, viendo, tocando, experimentando.
Trabaja con formas orgánicas, generalmente con materiales como poliéster, lycra
y nylon, y espuma de polietileno, que aluden al cuerpo humano, a sus órganos
internos, con una gran carga sensual y de fragilidad. Formas a las que en
ocasiones agrega fragancias que complementan la experiencia sensorial. La idea
de Neto es ofrecer, a través de sus obras, una oportunidad para la pausa, para
experimentar el mundo que nos rodea. De ahí el énfasis en el carácter sensual
de sus obras. Para muchos se trata de
esculturas multi-sensoriales interactivas donde tocar, oler, sentir, caminar y
reflexionar es el objetivo. Ninguna de sus obras está completa hasta que el
público la camina y la vive.
Neto se
ha presentado en muchísimas oportunidades en las más prestigiosas galerías y
museos de América y Europa, entre 1986
en que expone por primera vez en Brasil hasta la actualidad. Ha sido también
uno de los representantes de su país en la Bienal de Venecia. A continuación vamos a comentar sólo tres de
sus muestras, dos presentadas en 2010, una en Londres y otra en San Pablo, y la
tercera montada en 2011 en Buenos Aires.
En
Londres (2010) se presentó en la Galería Hayward con una obra denominada “Los bordes
del mundo”. Ocupó dos de sus galerías principales y tres terrazas con
instalaciones y esculturas interconectadas, a las que la prensa denominó “un campo de juego deslumbrante para los
adultos”. Una visita a la muestra constituyó una experiencia interactiva donde
se animaba a los espectadores a comprometerse con su entorno y con los demás,
apelando a sus sentidos a través de una variedad de colores y texturas así como
con la incorporación de especias, manzanilla y lavanda. En algunos tramos se
transita descalzo por un laberinto de túneles donde los visitantes pueden
saltar sobre superficies onduladas en que se rebota. En las terrazas se
incorporó un árbol característico de Brasil y otro del Reino Unido, una piscina
donde el visitante puede nadar, con cabañas para cambiarse de ropa, y un parque
de esculturas en donde Neto experimenta con el acero en esculturas de gran
escala. La propuesta del artista es en definitiva la construcción de muchos
eventos simultáneos en un espacio concentrado en los que el espectador utiliza
todos sus sentidos que lo llevan a tener conciencia de sí, del otro y del
espacio.
En el
2011 se presentó en el Faena Arts Center ubicado en Puerto Madero, Buenos Aires,
con una muestra denominada “O Bicho Suspenso na PaisaGem”. En una sala de
techos muy altos, gruesos cordones de diferentes colores crean pasadizos o
laberintos colgantes que el visitante recorre como si fuese un pequeño parque. “Me
gusta crear un entorno de fantasía y, potencialmente también, un lugar donde se
puede respirar, crear algunos minutos para que el espectador se encuentre
consigo mismo, e incluso con los demás. No estoy tratando de cambiar la
sociedad, pero si devolverle el tiempo a la gente y crear lugares donde sean
capaces de encontrar soluciones por sí mismos”, señala Neto en el catálogo de
la muestra.
Por
último quería referirme a una muestra que tuve oportunidad de visitar en 2010.
Se trata de “Dengo”, realizada en el Museo de Arte Moderno de San Pablo, situado
en el Parque Ibirapuera. A partir de un
tejido hecho en crochet, Neto elabora un espacio que reivindica el placer de
jugar. Invita al público a mostrarse de una manera distendida y familiar con el
espacio. Estructuras colgantes hechas en crochet van generando diferentes
espacios dentro de la gran sala del Museo, aún así el visitante tiene la
sensación de estar inmerso en un espacio único atravesado por estalactitas
gigantes que se presentan como grandes gotas coloridas. Toda la propuesta se
acerca a una escultura-pintura, donde el color juega un papel fundamental,
pasando de colores puros (amarillo, azul, rojo, magenta) a tonos púrpura,
naranja y verde. A los colores se suma
el aroma a manzanilla y los instrumentos musicales dispuestos para ser
utilizados por los espectadores: nueve tambores y un piano de cola, todos
envueltos en redes de crochet. El tejido brota del techo, envolviendo el
espacio como si se tratara de un organismo vivo, y nos va llevando de un
espacio a otro: una plaza con bancos, una sala de música, una biblioteca. Dentro
de esas grandes gotas de color encontramos objetos que generan ruidos
distintos, envueltos a su vez por perfumes peculiares: los objetos escultóricos
se despliegan frente a nosotros alertando nuestros sentidos.
Dejo a
continuación una presentación con fotografías tomadas por mi cuando visité esta
exposición en noviembre de 2010.
Y por último en este video vemos al artista presentándonos "Dengo":