lunes, 31 de mayo de 2010
Realismo
Romanticismo
domingo, 30 de mayo de 2010
Arte Griego
Para tener una visión panorámica del arte griego, sus antecedentes, sus períodos y sus principales características, consulta el blog Homoartis, dejo el enlace:
http://homo-artis.blogspot.com/2009/06/el-arte-griego.html
sábado, 22 de mayo de 2010
CURSO DE HISTORIA DEL ARTE 3er. Año de Bachillerato Arte y Expresión – IAVA
1 – Selecciona una pintura de Jacques Louis David que resulte claramente propagandística, ubica en su contexto al autor y esa obra y fundamenta por qué la has seleccionado.
2 – Observa las siguientes obras, indaga datos de sus autores, información técnica y temática. Confronta aspectos iconográficos y compositivos y reflexiona sobre los aspectos coincidentes y los divergentes.
Pablo Picasso, Masacre en Corea, 1951
3 – Visita la Quinta de Raffo (actual Museo Blanes) y realiza los siguientes ejercicios:
a) busca información sobre el autor (Juan Alberto Capurro); visita el lugar, recaba toda la información que puedas sobre él, obsérvalo y regístralo fotográficamente; descríbelo desde el punto de vista de su planta, fachada, ornamentación, etc. y señala en qué estilo arquitectónico está inspirándose Capurro.
b) selecciona una obra de Blanes entre las allí exhibidas y analiza aspectos formales y simbólicos; antes ubica información sobre Blanes, su formación en Europa, su estilo pictórico, su trascendencia en la pintura rioplatense.
Para la propuesta 3, te sugiero el siguiente apoyo bibliográfico:
- Lucchini, Aurelio, “Ideas y formas en la arquitectura nacional”
- Varios, “Guia arquitectónica y urbanística de Montevideo”
- Loustau, César, “Influencia de Italia en la arquitectura uruguaya”
- Peluffo Linardi, Gabriel, “Historia de la pintura uruguaya” tomo 1
- Peluffo Linardi, Gabriel, “Pintura del Uruguay” Edición Bco. de Montevideo
http://www.montevideo.gub.uy/museoblanes/blanesbiblio.htm
http://www.mnav.gub.uy/blanes.htm
http://www.rau.edu.uy/uruguay/cultura/blanes2.htm
Recuerda que una primera aproximación a los temas propuestos la tienes en el blog: en la etiqueta "Neoclásico" para el ejercicio 1; en la etiqueta "Goya" para el ejercicio 2; y en la etiqueta "Uruguay siglo XIX" para el ejercicio 3 ya que en esta etiqueta encontrarás tanto información sobre Blanes como sobre arquitectura eclecticista en Uruguay haciendo mención a la obra de Capurro.
lunes, 17 de mayo de 2010
Actividad para 5to. de Arte y Expresión IAVA
1 - Busca información sobre el centro maya de Palenque, en particular sobre el Templo de las Inscripciones. Describe sus principales características arquitectónicas y escultóricas, mencionando en particular las de la tumba del rey Pacal.
2 - Visita el MAPI, Museo de Arte Precolombino e Indígena, ubicado en 25 de Mayo 279 entre Colón y Pérez Castellano (Horario: lunes a viernes de 12 a 17:30 y sábados de 11 a 16:30)y registra algunas piezas precolombinas del área andina que se encuentren en exhibición, describiendo sus características formales y simbólicas.
3 - ¿Quiénes fueron los aztecas? ¿Qué características presentaba Tenochtitlán según la descripción de los españoles? Ubica el mural de Diego Rivera donde pinta el Mercado de Tlatelolco. ¿Quén fue Diego Rivera? ¿Por qué pinta temática indígena?
No olvides indicar la bibliografía utilizada así como las páginas web consultadas.
Plazo presentación: martes 1° de junio próximo.
sábado, 15 de mayo de 2010
EL ARTE MAYA
EL ARTE MAYA DURANTE EL PERÍODO CLÁSICO (300-900 d.C.)
Los mayas fueron los creadores de la civilización mesoamericana con mayores logros en arquitectura, escritura, astronomía y cálculos calendáricos.
Habitaron una región que incluye los actuales Guatemala, Belice, sureste de México y occidente de Honduras y El Salvador. Este territorio comprende tres diferentes zonas ecológicas: una zona tropical conformada por las selvas de Chiapas, Tabasco y Petén (tierras bajas), una región alta compuesta, al norte, por planicies secas donde el gran problema es el agua (Yucatán), y al sur bosques de clima que varía de templado a frío, según la altura (tierras altas de Chiapas y Guatemala).
En estos dispares escenarios, la agricultura se practicó con sistemas distintos, tales como la milpa para ganar terrenos cultivables a la selva, o como la construcción de canales para drenar zonas pantanosas y convertirlas en tierras de labranza altamente productivas.
A pesar de la variedad ambiental, surgió en todas las zonas un complejo sistema de ciudades-estado estructuradas en torno al poder de una elite en la que los sacerdotes tenían un rol relevante, y que era la cúspide de una sociedad altamente estratificada.
Ya durante el período preclásico los mayas desarrollaron centros ceremoniales con importantes pirámides escalonadas y otras estructuras piramidales, una gran variedad de cerámicas y figurillas de arcilla, brillantes estucos para decorar las paredes de sus edificios, tallas en piedras monumentales que inauguran el arte narrativo tan frecuente luego en el clásico. Y hacia el final del preclásico se ubica la creación de sofisticados sistemas de escritura y calendáricos.
Los restos arqueológicos revelan una profunda relación entre la civilización olmeca y las culturas mayas de este período.
Destacan Izapa y Kaminaljuyú en las tierras altas, aunque Uaxactún y Tikal, en las tierras bajas del Petén, ya habían iniciado su proceso histórico también en esta etapa.
Sentaron las bases de un arte que se caracterizó por estar estrechamente vinculado a la política y la religión. Sus producciones arquitectónicas, escultóricas y pictóricas están básicamente ligadas a fines ceremoniales y a la celebración del poder de sus soberanos.
Palenque
En el siglo II d.C. decayeron las culturas de las tierras altas de Guatemala y el centro del progreso se trasladó a la región central del Petén, donde empezó a cobrar forma el período Clásico Temprano (300-600 d.C.). Tikal (el nuevo centro más influyente) y Uaxactún derivaron su arquitectura, relieve e iconografía, de los logros alcanzados durante el período anterior.
Entre los siglos III y VI d.C. las relaciones con Teotihuacán fueron muy intensas. Las estelas muestran como las elites adoptaron modos de vestir y costumbres funerarias teotihuacanas. También en la arquitectura se hizo sentir su influencia, con la adopción del sistema de talud-tablero, aunque con variantes locales.
A partir del siglo VI decae la preeminencia de Tikal, esta se transforma en una ciudad más entre varias ciudades importantes: Uxmal, Palenque, Yaxchilán, Piedras Negras, Copán, Bonampak, entre otras.
Estos centros, ubicados en regiones periféricas (Chiapas, cuenca del río Usumacinta, Belice y las tierras bajas meridionales) empezaron a restar poder económico y empuje cultural a las zonas centrales.
Entre el 600 y el 900 d.C. se desarrolla el período de mayor esplendor maya, conocido como Clásico Tardío.
La arquitectura maya
Durante mucho tiempo se sostuvo que las ciudades mayas eran meros centros ceremoniales, habitados sólo por sacerdotes y gobernantes. El avance de los trabajos arqueológicos ha venido demostrando que muchas de ellas fueron habitadas por varios miles de personas, en conjuntos habitacionales alejados del cuerpo central de edificaciones. Y también operaron, al tiempo, como núcleos religiosos y administrativos para pobladores de aldeas dispersas en los alrededores. Sí está claro que, a diferencia de Teotihuacán, estos emplazamientos prestaron mayor atención a los aspectos ceremoniales que a los estrictamente urbanos.
Una ciudad maya típica estaba integrada por una serie de plataformas escalonadas, coronadas por superestructuras de mampostería ubicadas alrededor de una plaza. En Tikal y otros grandes centros, varios de estos complejos estaban unidos por calzadas, primando un agudo sentido de la proporción y el diseño y el cuidado de los detalles. La masa y el volumen de cada edificio están calculados en función de la masa y el volumen de cada uno de los edificios contiguos. Los escalones y la decoración se utilizaban para dotar de equilibrio al conjunto. También aparecen calzadas, los sacbé, uniendo centros urbanos entre sí, utilizadas por los peatones y los Señores, que eran transportados en literas. Muchas de ellas tenían entradas monumentales con “arcos de triunfo”.
Las estructuras más grandes eran los altos templos piramidales escalonados (en promedio su altura osciló entre 40 y 50 metros), construidos con bloques de piedra caliza tallados que revestían un núcleo de mampostería. También utilizaban la piedra caliza desintegrada a la que le aplicaban un proceso de calor y batido con el que lograban propiedades similares al cemento, y así la aprovechaban para acabados en las fachadas o para unir piedras.
En muchos casos se aprovechaban los desniveles del terreno, integrando así la construcción con el entorno natural. A diferencia de las pirámides teotihuacanas, las mayas estaban construidas en un solo cuerpo con una extensa y empinada escalinata que unía la plataforma inicial con el santuario de la cúspide, utilizado para las ofrendas. Generalmente estos tenían un espacio interior ínfimo, ya que lo que se jerarquizaba era el aspecto exterior de las altas pirámides.
Las fachadas de los templos se decoraban con relieves de estuco pintados o con tallas directas sobre la piedra. De todas las civilizaciones precolombinas, son los mayas quienes más utilizaron la escultura en la decoración arquitectónica. Sobre el techo del santuario, en la cima, se elevaba una “cresta” maciza que sólo servía para añadir mayor superficie ornamentada a la fachada.
Esta arquitectura de “fachada” caracterizó fundamentalmente a los centros del Petén. Y la variante la viene a introducir Palenque, centro maya de la región de Chiapas, al incorporar en el santuario dos bóvedas paralelas con un muro central en el que se ubicó una crestería mucho más ligera y recortada.
Además de las variantes constructivas, también se dan variantes regionales en la decoración, lo que ha dado lugar a la existencia de varios estilos. Algunos se caracterizan por excesos ornamentales, lo que ha llevado a sostener que una de las características generales de la decoración maya es el “horror al vacío”. Algunas regiones utilizaron frisos y otras no, ocurre lo mismo con las columnas, mientras en algunos centros proliferan, en otros son inexistentes. También varían los motivos utilizados, mientras algunos recurren a motivos tomados de la naturaleza y a la figura humana (los centros ubicados en las zonas selváticas), otros utilizan diseños geométricos (los centros de la península de Yucatán, allí desaparece la figura humana).
Varios de los centros mayas incorporaron templos con fosas sepulcrales debajo del piso, tal el caso del Templo de las Inscripciones en, y de varios templos de Tikal.
Además de los templos, otras estructuras típicas de las ciudades mayas eran los palacios. Se construían también sobre plataformas, más bajas que las de los templos, y se componían de muchos cuartos con escasa luminosidad interior por falta de ventanas. Se los ha considerado residencias de las elites, religiosas y políticas. Algunos, como el Palacio de Palenque, parecen haber servido de centro para las diversas ceremonias reales y no para la familia del soberano.
Un rasgo característico de la arquitectura maya, que no aparece en otras civilizaciones mesoamericanas, es la denominada “bóveda de saledizo”, o falsa bóveda y/o falso arco, presente sobre todo en los palacios. Para su construcción se elevaban las paredes de mampostería hasta la altura deseada, para comenzar a cerrar la bóveda se colocaban piedras planas cada vez más próximas hasta que sólo quedaba espacio para una única piedra de coronamiento. Se lograba así un efecto de cubierta abuhardillada, reproduciendo los techos a dos aguas de las chozas de los campesinos, tan necesarios en las zonas tropicales.
Estas bóvedas de piedra requirieron para sostenerlas de gruesos muros por lo que los espacios interiores eran pequeños en proporción a toda la estructura, oscuros y poco acogedores.
Otras de las estructuras comunes en los conjuntos urbanísticos mayas eran las canchas de pelota. Esta estructura tenía una planta en forma de I y se rodeaba de rampas escalonadas que la unían a plataformas ceremoniales o a templos pequeños. Estas canchas aparecen en todos los grandes centros ceremoniales. El juego de pelota parece haberse iniciado en el área olmeca y se difundió por toda Mesoamérica. Cumplía un rol ritual y también político. Simbolizaba la lucha entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad, dualidad tan presente en la cosmogonía maya. Y la pelota representaba el paso de los astros y el sol como fuente de vida.
También es de destacar en las construcciones mayas, la inexistencia de un estilo arquitectónico vinculado de manera exclusiva a las estructuras religiosas, que las diferenciara de las civiles. Toda la arquitectura maya se componía de plataformas elevadas, de escalinatas, de un predominio casi absoluto de la línea recta en el exterior, y de cámaras con bóvedas falsas en el interior. No siempre es fácil la identificación precisa de la función.
Por último señalemos otro rasgo distintivo en la arquitectura maya: la selección cuidadosa de los emplazamientos de sus edificios atendiendo la conveniencia para la observación astronómica. A vía de ejemplo citemos el Grupo E de Uaxactún, construcciones que se ha comprobado oficiaban de observatorios debido al preciso posicionamiento del sol por los templos pequeños cuando se los ve desde la pirámide durante los solsticios y equinoccios, usando la estela situada en sus inmediaciones como referencia.
La escultura
Destacaron los mayas en la escultura, y en particular en el relieve. Ya fuere sobre estuco, madera o piedra, los relieves mayas estuvieron presentes en exterior e interior de templos y palacios y en las estelas y altares de plazas y alrededores de los edificios.
Encontramos desde obras monumentales a miniaturas. Pero sin duda el trabajo en piedra es el más característico. Ligadas a rituales y al poder político, las representaciones fueron de dioses, muy complejas y estilizadas, o de nobles y jefes, con elaborados tocados y vestimentas.
También la escultura monumental maya estuvo marcada por estilos regionales. La plasticidad decorativa de la zona selvática, a la que aludíamos más arriba, encontró en el estuco el material más apropiado para la exuberancia de formas sinuosas con que adornan la figura humana. Los gobernantes son el tema recurrente en Copán, Yaxchilán, Piedras Negras, Palenque. En cambio en Yucatán, la sobriedad de los elementos geométricos y las máscaras de Chac (el dios de la lluvia) fueron tallados sobre piedra y formaron parte de la arquitectura, ya que constituían su decoración. En las tierras secas de esta región se le restó importancia a la representación humana, se le rindió homenaje fundamentalmente a Chac, proveedor de las lluvias.
Los altares, tan significativos en el área olmeca, tuvieron también entre los mayas la función de tronos, y eran representaciones animales, generalmente de felinos, que transmitían un mensaje de unión entre la naturaleza y los soberanos.
Las estelas ocuparon un lugar central, constituyeron monumentos de piedra esculpidos con retratos de gobernantes y escritos de sus hazañas. Son por tanto el soporte de un arte de carácter narrativo generador de documentos valiosísimos para el conocimiento de esta civilización.
Copán y Quiriguá son los centros donde las estelas sobresalen por sus altorrelieves, pasando de la mera frontalidad a una casi tridimensionalidad. En Copán los retratos de gran tamaño de soberanos erguidos eran casi exentos.
Los mayas fueron también exquisitos artífices de objetos de pequeño tamaño. La mayoría procede de tumbas reales y aportan información sobre los individuos con los que fueron enterrados. Trabajaron el jade, el hueso, la madera, dieron numerosas formas al sílex y la obsidiana. No encontramos el trabajo del metal.
De la Isla de Jaina, cerca de la costa de Campeche, México, proceden una enorme cantidad de estatuillas hechas en concha, a veces con incrustaciones en piedras o minerales, y figurillas de arcilla realizadas con moldes o a mano, policromadas, representando una gran variedad de tipos sociales de gran realismo y perfecto equilibrio plástico. Muchas de estas obras son a la vez silbatos, ocarinas o sonajas y no superan los 30 centímetros de altura. La isla debió de funcionar como necrópolis y estos objetos constituían ofrendas.
Pintura mural y Cerámica
La pintura en muros interiores y exteriores fue muy frecuente, pero se han conservado escasos fragmentos. Se pintaba con colores brillantes sobre una capa de estuco húmeda, se trata de colores planos, sin perspectiva, pero aún así lograron brindar la ilusión del espacio al colocar las figuras en diversos planos. Se repasaban los contornos con rayas negras o rojas. Las caras se trazaban de perfil.
Los frescos mejor conservados son los de Bonampak, en Chiapas. Datan del siglo VIII y cubren muros de tres cámaras. Se trata de una obra unitaria en la que centenares de mayas celebran a un heredero de la dinastía gobernante. Destaca la naturalidad en la representación así como el predominio de la mancha sobre la línea. La narración sigue un orden cronológico donde se da cuenta de la presentación del niño y de fiestas en su honor, también se representa una batalla, víctimas sacrificiales, cautivos desnudos y humillados, una franja a modo de cielo alberga astros y constelaciones, y mujeres de la realeza hacen un acto de contrición haciéndose pasar sogas y espinos por la lengua. Constituyen un valioso documento para el conocimiento de vestimentas, armas, instrumentos musicales, costumbres y ceremonias.
También se conservan fragmentos de otros frescos en Uaxactun, Palenque, Coba y Chichén Itzá.
En lo que respecta a la cerámica, ésta fue en general policromada y aparece mayoritariamente formando parte de ajuares funerarios. En el Clásico Temprano (300-600 d.C.) revela una marcada influencia de Teotihuacán, tanto en forma (vasos trípodes) como en motivos y técnica (como por ejemplo el estucado en la superficie). Igualmente presentaron aspectos originales, manejaron una nutrida gama de colores, representaron frecuentemente al jaguar, las aves, dioses (Chac aparece con frecuencia), la figura humana.
En el Clásico Tardío (600-900 d.C.) las escenas pintadas en la cerámica representan un mundo sobrenatural, celebración de sacrificios o danzas de dioses, por ejemplo. Se trata de recipientes, pintados en negro o marrón sobre un engobe de color crema o naranja y con una cenefa roja en el borde con glifos. Se ha bautizado a esta tradición como estilo “códice”, por su semejanza con las páginas de los códices.
El fin del clásico maya
A finales del siglo IX, se produjo un colapso en los centros mayas, los que comenzaron a despoblarse para ser por último abandonados y cubiertos por la selva.
Entre posibles explicaciones se maneja agotamiento agrícola, desmedido crecimiento demográfico, rivalidades militares entre las regiones, invasiones de pueblos del norte, impacto del colapso de Teotihuacán. Seguramente fue un proceso multicausal el que desencadenó el hundimiento maya. Lo cierto es que a finales del clásico la cultura maya incorporó nuevas pautas introducidas por grupos toltecas y derivó en una nueva fase de auge en el Posclásico, diferente del esplendor de estos siglos.
EL POSCLÁSICO MAYA (900-1500 d.C.)
A fines del siglo XI o principios del XII, una oleada de toltecas ocupó Yucatán estableciéndose en Chichén Itzá. Impusieron mediante el predominio de una casta guerrera extranjera, nuevas deidades, variaciones en las técnicas constructivas, y temáticas y estilos nuevos en el arte. Se produjo entonces una cultura híbrida que modificó muchas de las pautas culturales mayas clásicas. Kukulkán, nombre maya para Quetzalcóatl, fue venerado en el templo que se alza sobre “El Castillo”, pirámide escalonada de nueve niveles, conectada con el calendario solar ya que tiene 365 escalones y las escalinatas separan cada fachada en 18 cuerpos, número de meses del año. En los equinoccios los nueve niveles de la pirámide proyectan una sombra que revela una serpiente segmentada en la balaustrada septentrional.Tanto la numerología como la orientación del edificio expresan el año solar.
La cancha de juego de pelota es la más grande de toda Mesoamérica. El terreno de juego supera los 146 m de largo y los 36 m de ancho, a diferencia de casi todas las canchas del período clásico, ésta tiene las paredes laterales verticales.
En lo que respecta al arte, en los dos últimos siglos antes de la llegada de los europeos se había dado en el área un retorno de ciertos patrones clásicos mayas, sobre todo en la cerámica y en la decoración de los edificios.
EL ARTE EN TEOTIHUACÁN (200 – 750 d.C.)
Teotihuacán, “lugar donde los hombres se hacen dioses”, constituyó la ciudad más destacada del período clásico de Mesoamérica. No sólo por sus dimensiones e importancia económica, sino fundamentalmente por la influencia que su cultura tuvo sobre los otros pueblos mesoamericanos.
Se desconoce quienes fueron sus creadores, todos los nombres de la ciudad provienen de los aztecas, pueblo que la consideró un lugar sagrado y de peregrinación. Su carácter mítico se reforzó con el descubrimiento, en 1971, de una cueva bajo la Pirámide del Sol, lo que demuestra la combinación entre arquitectura y naturaleza: la cueva era una puerta de entrada a lo sagrado, no en vano se levantó sobre ella el templo más importante, que seguramente conmemoraba la creación del hombre y su salida de las cuevas. Esta cueva había sido excavada con múltiples cámaras, siguiendo el mismo trazado que en el exterior tenía la ciudad.
Teotihuacán aparece en el Valle de México, al noreste del lago de Texcoco, hacia el 200 a.C. y adquirió su forma definitiva entre el 200 y el 600 d.C. Favoreció este establecimiento una región rica en suelos aluviales y fuentes permanentes de agua que posibilitaron una agricultura intensiva, así como la existencia de obsidiana, apetecida mercadería de intercambio. Hasta la actualidad, la ciudad continúa siendo excavada por arqueólogos que siguen sacando a luz restos materiales. Las casas de los pobladores actuales, en los alrededores, dificulta las tareas.
Sobre el lado este de la avenida se construyó una maciza pirámide truncada, la Pirámide del Sol, de 64 metros de altura, con una base de 220 por 225 metros, y con un millón de metros cúbicos de tierra como relleno, recubierto con piedra. Cuatro cuerpos le daban el aspecto escalonado que caracteriza a las pirámides mesoamericanas. Los sacerdotes llegaban a la cima por una escalera del lado oeste y probablemente allí había un templo perecedero, de madera techado con paja. En el extremo norte de la avenida se edificó otra pirámide mayor, la Pirámide de la Luna: mide 150 metros de base y 42 metros de altura, su cumbre está a la misma altura que la de la Pirámide del Sol (por el desnivel del terreno). Frente a ella existe una estructura cuadrangular, con diez pequeños altares, denominada la Plaza de la Luna. Los nombres del Sol y de la Luna corresponden a la época azteca, por lo que se desconoce para qué dioses fueron emplazadas estas monumentales estructuras.
Dos recintos cerrados, la Ciudadela y el Gran Grupo, se ubicaban en la confluencia de la avenida central con otra, que corría en dirección este-oeste y que, delineada casi en ángulo recto con aquella, dividía la ciudad en cuatro cuadrantes, concepto de planificación heredado luego por Tenochtitlán, la gran urbe azteca.
A la Ciudadela (nombre dado por los españoles a una estructura que creyeron un fuerte), que se supone era la sede del gobierno de la ciudad, se accedía a través de muros escalonados. En su interior se ubica la Pirámide de Quetzalcóatl, única estructura cuya fachada se adornaba con esculturas de serpientes emplumadas, alternando con cabezas cuyos ojos desorbitados podrían simbolizar al dios de la lluvia Tláloc. Esta Pirámide salió a la luz en 1917 con las investigaciones que los arqueólogos realizaban en una pirámide plana que la cubría parcialmente. Forma parte del universo constructivo de Mesoámerica la costumbre de construir sobre estructuras preexistentes, lo que vuelve muy complejo el trabajo de la arqueología. Excavaciones recientes han revelado que unas 60 víctimas fueron sacrificadas para celebrar la construcción del templo de Quetzalcóatl.
Los cuadrantes de distintos tamaños dibujados por la cuadrícula de Teotihuacán estaban ocupados por recintos residenciales, contabilizándose alrededor de 2000 de estos “barrios”, a los que se accedía por una única puerta y que contenían santuarios, plataformas para rituales y numerosas viviendas. Los arqueólogos han comprobado que se distinguían uno de otro tanto por la profesión de sus habitantes, como por la procedencia.
Son numerosos los barrios de los artesanos. Se han identificado más de 400 talleres para la talla de la obsidiana dentro de la ciudad, otros 100 producían artículos de cerámica, concha y piedra tallada.
Con respecto a los barrios de extranjeros, señalemos el descubrimiento de un barrio de Oaxaca, donde los zapotecas vivían en casas típicas teotihuacanas pero con ritos funerarios que incluían entierros en urnas propias de su cultura, que junto con otras cerámicas, importaban desde Oaxaca. Desde estos enclaves seguramente se elaboraron artículos de lujo para los teotihuacanos o se organizó el comercio de sus respectivas regiones con esta gran ciudad.
La escultura en Teotihuacán no tuvo la autonomía del área olmeca. Estuvo subordinada a la arquitectura. Sólo se conocen unas pocas piezas en piedra de carácter monumental, de formas deshumanizadas y geométricas, entre las que se destaca el monolito dedicado a la diosa del agua, de la fecundidad y del maíz Chalchiuhtlicue (la Gran Diosa). Esta enorme figura debió estar emplazada en el espacio central delante de la Pirámide de la Luna, su carácter de bloque se aparta de la plástica cualidad tridimensional de la escultura olmeca.
Las piezas más conocidas están constituidas por las máscaras de tamaño natural talladas en serpentina, jade, ónice, granito, y otros materiales. Muestran rostros en los que no se percibe sexo ni edad, como si se tratara de un rostro uniforme. Están asociadas a ritos funerarios.
La cerámica constituyó unos de los principales artículos de exportación, vehículo de la influencia teotihuacana en toda Mesoamérica. La arqueología comprueba su presencia, ya sea porque la misma fuera adquirida por medio del comercio o imitada, entre los pueblos de los alrededores, incluso por los mayas de la lejana Guatemala.
El tipo cerámico más característico lo constituyó el vaso cilíndrico, con tres pies de forma rectangular y tapa prominente. La superficie del vaso era tallada, cubierta con estuco y pintada después de cocerla.
Otra elaboración cerámica típicamente teotihuacana fue el conjunto de figurillas, pequeñas y gráciles, tal vez recubiertas originariamente con materiales perecederos. Al igual que en la escultura de piedra, los rostros revelan la máscara anónima teotihuacana. Su número lleva a suponer que la producción se hizo con moldes.
También produjeron esculturas cerámicas de gran tamaño, como por ejemplo urnas de brillante policromía que muestran rostros humanos y zoomorfos.
Trabajaron bellos objetos con obsidiana y concha que formaron parte de ajuares funerarios y de ofrendas.
En lo que tiene que ver con la pintura, una parte de ella está vinculada con la escultura monumental, como lo prueba el Templo de Quetzalcoatl. Aquí los bustos de la serpiente emplumada conservan todavía hoy restos de azul, rojo, blanco y amarillo. A partir del siglo III, esta decoración escultórica en las fachadas dejó paso a los frescos. Se intensificó la paleta de colores, el rojo ocupó el primer lugar seguido del verde, azul, ocre, naranja y negro. Las pinturas murales cubrieron todos los tableros de Teotihuacán y en el interior decoraron patios y habitaciones. Los complejos de viviendas estaban pintados con colores brillantes obtenidos básicamente de minerales que se trituraban hasta convertirlos en polvo y se aglutinaban con goma de nopal, y luego se colocaban sobre un muro previamente alisado, sobre el que se aplicaba una base de cal y arena de cuarzo.
En la representación no utilizaban sombras ni perspectiva, la representación es plana, los elementos más lejanos se colocaban en la parte superior y el tamaño no indicaba profundidad sino que servía para diferenciar a los personajes más importantes.
Son más de 200 los frescos recuperados en palacios, templos y casas (alrededor de 150 corresponden a murales conservados en los sectores habitacionales de la ciudad), observándose temas religiosos en su inmensa mayoría, aunque también representan animales y algunos glifos, que aparecen también en la cerámica, y que muestran que se conocía al parecer una forma de escritura. Es constante la representación de rituales relacionados con la tierra, el agua, la lluvia, la fertilidad. El fuerte contenido simbólico es una de las características primordiales de los frescos de Teotihuacán. Hacia el 650 d.C. Teotihuacán sufrió una profunda destrucción, muchos de sus monumentos fueron incendiados intencionalmente por motivos que aún no se conocen. Un siglo después fue abandonada.
Constituyó un eslabón fundamental en el desarrollo cultural del mundo mesoamericano, sus creaciones artísticas se emparentan con los orígenes olmecas y a su vez fueron reelaboradas luego por toltecas y aztecas.
EL ARTE OLMECA (1200 a.C. – 400 a.C.)
Con los olmecas se inicia la civilización en Mesoamérica. Fueron ellos quienes establecieron las bases para el desarrollo posterior de otros pueblos, en cuanto a aspectos sociales, políticos, económicos y religiosos. Fueron portadores de una visión organizada del cosmos y eso es lo que nos revelan sus obras de arte, aún cuando muchos de los aspectos integrantes de esa visión nos sean incomprensibles.
No puede asegurarse que sus ciudades hayan estado unidas políticamente, algunos especialistas sostienen que eran especie de ciudades-estado independientes, ligadas por vínculos religiosos, económicos y culturales.
La región de la costa del Golfo es húmeda, pantanosa, de vegetación exuberante, altas temperaturas y mucha lluvia. Estas características, sumadas a la explotación petrolera desarrollada en la zona desde principios del siglo XX, han dificultado la conservación de restos, así como el trabajo de los arqueólogos.
Se desconoce el origen de los olmecas, los lingüistas creen que hablaron una lengua relacionada con el mixe y el zoque contemporáneos. “Olmeca” es una palabra náhuatl que significa “habitante del país del hule” , y los cronistas del siglo XVI la tomaron de los aztecas, quienes la utilizaban para referirse a los pobladores de la costa del Golfo de México al momento de la conquista (y que no fueron los creadores de lo que conocemos por cultura olmeca).
El proceso histórico-cultural que transforma a la cultura olmeca en “civilización” arranca en el sitio San Lorenzo (1200 a.C. – 900 a.C.), donde la evidencia arqueológica pone de manifiesto la existencia de una sociedad compleja, estratificada, en la que una elite dirige importantes trabajos colectivos. Entre estos destacan un sistema de canalización de las aguas, pozos artificiales, y también una plataforma de tierra que servía como base de edificios rectangulares usados con fines ceremoniales. Pero la arqueología también ha identificado edificaciones que constituyeron residencias de la elite y casas comunes, por lo que no se trató de un sitio religioso despoblado, sino que se trató de un asentamiento dinámico donde vivieron artesanos y campesinos, sacerdotes y dirigentes. No obstante, se cree que sin duda constituyó un centro ceremonial de un número mayor de personas que las que habitaban en el asentamiento. No se utilizó la piedra sino tierra, adobe, madera, por lo que los restos son muy escasos.
La base de su economía fue el cultivo del maíz, con el sistema de roza, complementado con pesca y caza.
En el 900 a.C. este centro es destruido y abandonado. Comienza así una práctica que luego se repetirá en el siguiente centro: la mutilación y el entierro sistemático de esculturas monumentales por los mismos olmecas, lo que fue interpretado por los especialistas como actos resultantes de razones sagradas o rituales.
Además de la construcción de estructuras ceremoniales, ya aparecen en San Lorenzo las esculturas características de los olmecas, las denominadas “cabezas colosales”. También se necesitó una considerable inversión de tiempo y trabajo para el traslado, desde sus lugares originarios a casi 100 kilómetros de distancia de tierras olmecas, de los enormes bloques de basalto esculpidos. Estas obras arquitectónicas y escultóricas prueban la importancia del excedente agrícola que permitió el trabajo colectivo de los campesinos, así como la aparición de artesanos y artistas. La Venta (900 a.C. a 600 a.C.) pasó a constituir el principal asentamiento olmeca después del abandono de San Lorenzo (aunque el sitio ya se encontraba ocupado desde el 1200 a.C.). Repitió la construcción de estructuras sobre plataformas, pero aquí estas plataformas se alinearon alrededor de una gran plaza y con un trazado siguiendo un eje específico orientado 8 grados oeste respecto al norte, e incluyeron un nuevo tipo arquitectónico: un alto montículo piramidal. También aparecieron restos de construcciones que los arqueólogos interpretan como pertenecientes a una cancha de juego de pelota. La forma de agrupamiento de los monumentos, así como el orden y la simetría, hacen mucho más palpable en La Venta, con respecto a San Lorenzo, el concepto de “centro ceremonial”.
Estos elementos: centros urbanos estructurados en torno a plazas y siguiendo un eje determinado astronómicamente, estructuras piramidales, cancha de juego de pelota, conforman un conjunto de aspectos arquitectónicos que luego se repetirá en toda la historia de Mesoamérica.
La Venta fue abandonado alrededor del 600 a.C. y su declive también fue acompañado de la mutilación de los monumentos de piedra. Tres Zapotes alcanzó entonces su apogeo (600-400 a.C.), aún cuando fue contemporáneo de los anteriores. Constituye un centro escasamente explorado, sobresaliendo como su monumento más significativo la Estela C, cuyos glifos constituyen la más antigua evidencia en Mesoamérica de un sistema de cómputo del tiempo.
Los olmecas hicieron sentir su influencia en amplias regiones mesoamericanas, Monte Albán entre ellas. Una de las posibles explicaciones de esta expansión olmeca pudo estar en la realización de expediciones en busca de piedras escasas en su territorio (jade, basalto, serpentina), y muy utilizadas por ellos. Esta influencia llevó a que los historiadores hablen de un “estilo olmeca”, presente en muchas y diversas zonas a lo largo del Formativo o Preclásico.
La escultura olmeca
La escultura es lo que distingue al arte olmeca. Con ella surge por primera vez en la América precolombina, la escultura monumental en piedra. Para labrarla y pulirla contaron con cinceles y otros utensilios del mismo material, lo que se suma a las dificultades para extraer y trasladar pesados bloques de distantes canteras. El resultado de este esfuerzo fue una espectacular escultura de sorprendente madurez estética.
Cabeza Colosal procedente de La Venta. Tabasco, Parque-Museo de La Venta.
Se encontraron 17 cabezas colosales, procedentes la mayoría de los tres sitios nombrados, pero también algunas fueron encontradas en zonas alejadas de las propiamente olmecas. Son monolíticas, miden entre 1,60 y 3 metros y pesan entre 10 y 40 toneladas. Los rasgos físicos recuerdan a la raza negra y cada una de ellas muestras rasgos distintos, como si fueran retratos. Se han interpretado como pertenecientes a gobernantes y hombres sagrados olmecas
La escultura monumental revela sin duda una voluntad por crear objetos colosales destinados a perdurar. Desde el punto de vista formal destaca la preferencia por el volumen, o sea, la imagen tridimensional, las estructuras de formas geométricas, el predominio de las superficies redondeadas, las formas cerradas, el naturalismo y la armonía.
En La Venta, a las cabezas colosales vienen a sumarse otros tipos escultóricos de carácter monumental: altares y estelas.
Desde el punto de vista iconográfico, la escultura olmeca destaca por la recurrencia a las figuras humanas, pero también aparecen figuras compuestas formadas por rasgos humanos y de otros animales, y ocupa un lugar preponderante la representación de caracteres felinos (jaguar). Las figuras humanas aparecen generalmente sedentes y con las piernas cruzadas. También aparecen figuras fantásticas (como por ejemplo la que algunos especialistas denominan el “dragón olmeca”, combinación de serpiente con rasgos felinos) y de animales, estas últimas son las menos abundantes y corresponden al jaguar, la serpiente, el mono y el águila, y no responden a una forma realista sino más bien esquemática.
En los rostros aparecen los ojos oblicuos, las cejas apuntadas y una boca que es característica de las imágenes olmecas: el labio superior levantado y las comisuras que caen dejando entrever la encía desdentada o bien dientes y colmillos apuntados. Hacha ceremonial de jade translúcido. Forma parte de los objetos típicos olmecas. A la nariz chata y la característica “boca olmeca”, se agregan otros rasgos también particulares de su estilo: hendidura en forma de V en el cráneo de ciertos personajes tal vez mitológicos, y cejas sinuosas conocidas como cejas de flama. Este tipo de objetos se cree que tuvieron un simbolismo religioso-ceremonial
La frecuencia con que aparecen rasgos felinos en combinación con la figura humana, ha llevado a sostener a nivel religioso un culto importante al jaguar.
Al basalto, el material predominante en las obras monumentales, se suma el jade y la serpentina en las otras obras, y la magnetita utilizada para la producción de abundantes espejos. Sobresale el dominio olmeca en la técnica del pulimentado, que les ofrece una condición de maestros en la talla de piedras duras. Destacan las hachas ceremoniales, las figuras humanas sedentes, los niños con expresión de llanto. Muchos de estos objetos, junto con figurillas de arcilla, se enterraban como ofrendas fúnebres.
Durante la última etapa del formativo, alrededor del 200-100 a.C., la cultura olmeca se debilitó y se hundió por razones aún desconocidas. La primera de las grandes civilizaciones mesoamericanas influyó a todas las civilizaciones siguientes de la zona.
Arte Prehispánico: Mesoamérica
Con el término “Arte Prehispánico”, englobamos el conjunto de las producciones artísticas producidas por los pueblos de América con anterioridad al descubrimiento del continente por los europeos.
El término Mesoamérica fue introducido por el historiador Paul Kirchhof en 1943 para designar un área de gran diversidad geográfica y lingüística, que comprende gran parte de México, Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador, pero que manifiesta una unidad cultural persistente a través de diferentes momentos históricos.
Las diferentes culturas que se desarrollaron en este ámbito compartieron una serie de rasgos comunes, de entre los que destacamos:
- el cultivo del maíz, la calabaza y el frijol como recursos básicos de subsistencia
- la utilización de dos sistemas de cultivo: la agricultura de roza y la agricultura de regadío (el sistema de chinampas, de agricultura intensiva, es un sistema único de esta zona), e instrumentos agrícolas comunes (entre ellos el palo cavador denominado huitzoctli)
- vastos centros urbanos
- importante comercio de jade y obsidiana en toda la región
- uso de cacao u otras semillas como moneda
- construcciones religiosas de estructura piramidal
- práctica ritual llamada “juego de pelota”
- deificación de la lluvia y de un héroe civilizador simbolizado por una serpiente emplumada
- doble cómputo del tiempo: utilizaron dos calendarios, uno civil (solar, de 365 días) y uno religioso (de 260 días)
- uso de sistemas de escritura jeroglífica (áreas maya y zapoteca)
- importante desarrollo de las ciencias exactas (matemática, geometría y astronomía)
- confección de libros manuscritos elaborados en pergamino de papel de amate y en piel de venado y doblados en forma de biombos (códices)
- cerámica caracterizada por figurillas de arcilla e incensarios
- tardío trabajo del metal
Habitaron Mesoámerica diversos pueblos, cuyos descendientes aún hablan las diferentes lenguas que florecieron en la región.
Destacan las culturas Olmeca, Zapoteca, Huaxteca, de Teotihuacán, Maya, Mixteca, Tolteca y Azteca, cuyo estudio aún está inconcluso, restando mucho por descubrir, en la medida que la evidencia arqueológica es insuficiente y las fuentes escritas están en su mayoría sin traducir. Por tanto, lo que hay es una aproximación a un arte deslumbrante pero en buena medida enigmático.